Santa
Cruz
Para nuestra fe, la Cruz
tiene un sentido profundo de entrega, contrario a lo que nuestros hermanos
separados quieren explicar sobre ella.
Si bien es cierto en algún
momento de la historia fue un instrumento de muerte y dolor, en Cristo toma un
sentido nuevo y diferente, al realizarse en ella la entrega por amor.
El acto realizado por
Cristo en la Cruz se llama redención, es decir, pagar en el lugar de otro. No
es el sentido de pagar una fianza y salga libre el acusado.
El acto de redención es
ponerse en el lugar del otro y cumplir la condena.
El pueblo de Israel tenía
un rito en el que se ocupaba dos chivos, uno era sacrificado y el otro era
llevado al desierto cargando todos los pecados para que fueran purificadas sus
faltas (Cfr. Lev. 16:8, 10, 26). De ahí el
uso coloquial del “chivo expiatorio” entendido como culpar a otro.
Este acto realizado
por Cristo tomará sentido profundamente en la Cruz, en la que se realiza el
sacrificio más grande realizado por la humanidad.
La cruz es el lugar, que en el sentido más genuino de la palabra es sacrificarse, y que significa; santificar o
santificarse; y no como coloquialmente se ha deformado con la idea de causarse
daño.
Cuando un cristiano
comprende el sentido de la cruz, ve en ella no un lugar de muerte, sino de redención,
y al mismo tiempo miramos en ella el camino que debemos de seguir para santificarnos, no de
triunfalismos, ni de egos engrandecidos, si no de humildad, de entrega y
generosidad.
Mirar una cruz, tener una, nos debe recordar ese sacrificio realizado por Cristo por la humanidad,
como lo explica el Catecismo de la Iglesia “La
tradición cristiana ve un anuncio del "nuevo Adán"
que, por su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Filp. 2,8) repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán”. (CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA 411)
"Mientras que Cristo, santo, inocente, sin mancha, no conoció el
pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia,
abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de
purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación". Todos los
miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores. ( CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA 827)
Muchos han querido generar
mitos sobre la Cruz del Señor, incluso convertirla en mercancía pretendiendo tener una reliquia de ella, cosa que es innecesaria, ya que el
sacrificio de Cristo se actualiza en la Eucaristía cada que un sacerdote la
celebra.
El reto del cristiano esta
justamente en tener presente la cruz como camino de salvación, certeza de resurrección,
saberse poner en el lugar del otro, reconociendo lo Él hizo por nosotros.
Carlos Escorza
Teologo
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