martes, 29 de julio de 2014

Las enfermedades de la Iglesia

Las enfermedades de la Iglesia
Urge una nueva Apología de la Iglesia

Carlos Escorza Ortiz


La salud es un interés común de todos, ya sea física, psíquica o espiritual por lo que debemos cuidarla y fortalecer, del  mismo modo que con el cuerpo requerimos una buena alimentación, una buena higiene y el ejercicio necesario, también la Iglesia formada por cada uno de nosotros, necesita nutrición, ejercicio y limpieza.

De lo contrario podemos contraer enfermedades que pueden generar muchos daños, algunos pueden ser heredados y que se convierten en enemigos de la Iglesia y de cada uno de nosotros. Podemos pensar en quienes son estos enemigos que deterioran la fe de la Iglesia, su unidad y misión, será la apología la encargada de ayudarnos en nuestra defensa.

La apología ha generado que se dé una búsqueda de personajes con los que podamos confrontar y en algunos casos llegar a la violencia y daños más allá de una sana intención de salvaguardar la fe.

Debemos reconocer nuestra realidad, como parte de nuestro esfuerzo común y compromiso cristiano, para  responder al plan de Dios de anunciar la Buena Nueva a toda criatura (Cfr. Mc 16, 15), pero para que este anuncio tenga efectividad debemos de reconocer qué o cuáles son los enemigos de la Iglesia, para ser eficaces en la tarea encomendada.

Pensar en un personaje o personajes, puede desatar sentimientos contrarios al Evangelio y que lejos de ayudarnos, nos dividen y conflictua la relación con Dios y con el prójimo, pero si pensamos de otra manera, no personalizando al enemigo y si reconociéndolo como parte de nuestra realidad podremos ser más eficaces y congruentes con lo que somos.

Si aceptamos que ninguna persona es nuestro enemigo en la fe y que por diversas razones tiene una actitud o ideas diferentes a las nuestras, podemos caminar y avanzar en nuestro ser Iglesia, pero si reconocemos que ciertas actitudes nos causan daño, y deterioran nuestra fe, podremos entonces resolver efectivamente ante el ataque de los enemigos de la Iglesia, recordemos que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva (Cfr. Mt. 5, 20-26).

¿Cuáles son estas enfermedades o enemigos que nos afectan?

La ignorancia es el primer enemigo que debemos reconocer y asumir como parte de nuestro proceso de crecimiento en la fe, es impresionante darse cuenta la poca formación que tiene una persona promedio en su fe.

Si hacemos un cálculo tomando en cuenta con las actividades académicas que tiene un católico en su vida, las horas que se prepara para recibir los sacramentos es quizás para muchos, la única fuente de donde toman su preparación para toda la vida.

En México particularmente, como en algunos otros países el curso de formación para la comunión es de un año, pero en realidad hablamos de 52 fines de semana, y más concretamente solo 2 horas por semana, es decir 104 horas en un año de formación para recibir la 1° comunión.

Si a esto le agregamos la preparación para el matrimonio, cuando se va a ser padrino de bautizo, nos da un total aproximado de 180 horas.

Pero si pensamos que un año tiene 8760 horas, y que la tasa de mortalidad ha aumentado a más de 75 años, la cantidad de horas puede ser exorbitante y más si comparativamente lo vemos con las 180 horas promedio de un católico en toda su vida[1].

Podemos descubrir con claridad lo desnutrida que esta nuestra fe y que va mermando nuestro crecimiento dentro de la Iglesia.

El siguiente enemigo se llama sincretismo, entendido como querer unir dos ideas contrarias en sí mismas y pretender hacer algo nuevo, un ejemplo de esto es el Reiki, Feng shui, y el yin yang[2].

El Reiki es una práctica pseudocientífica que es considerada como medicina complementaria y alternativa, es decir, no científica, que afirma tratar de lograr la sanación o equilibrio del paciente a través de la imposición de las manos del practicante, canalizando cierta supuesta "energía vital universal". Las pruebas clínicas realizadas no han encontrado ningún efecto positivo más allá del placebo[3].

El Yin yang explica que el mundo es dual, solo tiene dos lados, negro y blanco, arriba y abajo, bueno y malo[4] . Desde  la fe católica el mundo es más que blanco y negro, tenemos una diversidad de colores, tenemos una riqueza de posibilidades, creer que solo podemos ser buenos o malos, se empata con una herejía de la predestinación, que  pretende decir “ya estas salvado, no necesitas nada” o “ya eres malo, nada de lo que hagas puede ayudarte” eres blanco o negro. El Jansenismo (herejía condenada por la Iglesia en el siglo XVII).

El Feng shui es una forma de geomancia o adivinación por la tierra,  desarrollada en China. Originalmente era una forma de conocimiento que estudiaba los cambios que ocurren en la naturaleza, el clima y los astros. Los orígenes del Feng shui varían según las fuentes. Por un lado toma la simbología del I ching (o libro de los cambios). Por otro, incorpora los cinco elementos (Wu xing). A partir de la instauración de la república, el Feng shui (junto con otras prácticas tradicionales de la cultura china) fue prácticamente prohibido[5].

Estas son muy comunes, junto con los horóscopos, los amuletos entre otros elementos que congestionan nuestra real y verdadera experiencia de fe, pero que se vincula directamente con ciertas expresiones de religiosidad popular y genera mucho daño en la vida y la salud de la Iglesia.

La religiosidad popular es otro elemento muy dañino para la vida de la Iglesia, ya que es muy común caer en ritualismos baratos que pretenden condicionar a Dios, convirtiendo la fe en algo desvirtuado, lo encontramos en las actitudes de querer solucionar las cosas solo con rezos, sin profundizar en ellos, sin comprenderlos y sin vivir un compromiso real del creyente en su vida y actuar.

Es triste ver como muchas personas siguen algunas apariciones marianas y se justifican en las promesas que se presentan, lamentablemente convirtiéndolas en condicionamientos de la misma vida de fe, y que lejos de ayudar en muchos casos se vuelven contra el mismo individuo en su crecimiento espiritual y que llega a generar un tipo de esclerosis espiritual[6].

La Iglesia está consciente de la acción de Dios y de la Virgen, pero nunca el mensaje se puede alterar o modificar, ya que la revelación máxima de Dios la tenemos en Cristo, el Catecismo de la Iglesia lo explica:

“-La economía cristiana, por ser alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo". Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
-A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de "mejorar" o "completar" la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia. La fe cristiana no puede aceptar "revelaciones" que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes "revelaciones”[7].

Comprendiendo esto, Cristo es el culmen de la Revelación y cualquier mensaje diferente puede poner en riesgo nuestra vida de fe, nuestra salud espiritual.

Pensemos un poco más detenidamente esto, si la virgen aparece y contrapone al Evangelio posiblemente no sea una revelación real, si la vida en la Iglesia esta vinculada directamente con el ejercicio de todas nuestras capacidades y cualidades espirituales, es decir, vivir los sacramentos, las virtudes, las obras de misericordia, que si están íntimamente ligadas al mensaje de Cristo y de la Iglesia (Mateo 25, 40), lo contrario pone en peligro su veracidad y credibilidad, sea por miedo, dolor, venganza o cualquier otro sentimiento negativo y lejano de Dios.
En este mismo sentido el peligro de vivir solo con religiosidades populares hace que nos convirtamos en un catálogo de oraciones, y se vayan convirtiendo en personas pasivas que repiten sin orden ni sentido, incluso y perdón por la comparación, como periquitos que no se tiene un trasfondo de conversión y que poco a poco se van agregando elementos cayendo en supersticiones o nuevos sincretismos.

Un peligro o enfermedad que está muy arraigada en la vida de la Iglesia es el fideísmo, es decir, querer solo acceder a las verdades de fe de modo radical y sin razonamiento alguno, como si Dios actuara arbitrariamente sobre su propia creación y violentándola a su antojo.

Quienes actúan de esta manera suelen ser muy radicales en su manera de ver y vivir la fe, ya que el argumento base está en “Porque Dios quiere…” sin más razón ni posibilidad de diálogo o comprensión en el creyente. Se suele caer en fundamentalismos bíblicos, y en muchos sentidos las Sagradas Escrituras son mal leídas, sin las correctas herramientas para su lectura, como son las hermenéutica y exégesis bíblicas, y que la Iglesia tiene una gran biblioteca en la que podemos entrar en dialogo y respuesta comprometida a lo que Dios quiere de nosotros.

Este mal presente en la Iglesia no tiene justificación alguna, ya que podemos acceder a una formación básica en todas las parroquias, donde sacerdotes, consagradas y laicos trabajan por vencer esta deficiencia.

Tengamos presente que nuestra fe no debe ser de memoria, sino de comprensión en el amor, y no debemos de conflictuar nuestra vida por los pocos conocimientos que podamos tener, más bien debemos de reconocer nuestras limitaciones y responder a ellas, como lo dice el apóstol san Pedro en su carta: “Dar razones de vuestra esperanza” (1 Pe 3,15).
   
Lo contrario al fideísmo es el secularismo, que es el extremo opuesto y solo se mide la vida desde nuestras propias fuerzas, todo bajo un supuesto razonamiento científico que quiere ignorar todo lo que tenga que ver con la fe, incluso mal entendiendo o justificándola mediante criticas fuera de contexto.

El peligro del secularismo es caer en relativismos y crear nuevos fenómenos ideológicos racionales que lejos de buscar la verdad, generan nuevos mitos, como pasó en muchos casos a la filosofía griega, creando un movimiento gnóstico que en algunos casos lograban desarrollar toda una estructura mental y sistemática, pero con errores de fondo, pero que si logran confundir a muchos.

Estas pseudo ciencias humanas alternativas, son peligrosas, ya que parten de ciertos presupuestos serios, pero que en la gran mayoría son solo placebos o generan ciertas dinámicas en la autoestima, y que lejos de ayudar, confunden más a quien las recibe, congestionando no solo la fe, sino todas las relaciones interpersonales. Ejemplos de esto están en los libros de “autoayuda”, haciendo creer que solos podemos resolver nuestras realidades, y olvidando que somos seres que necesitamos relacionarnos. Lo tiene tan claro la Iglesia que los sacramentos no pueden auto-administrarse, un sacerdote no se puede auto-confesar, siempre necesitamos del otro y de Dios para recibir la Gracia de Dios.
 
Incluso algunos quieren responder a la fe desde fuera de ella, quieren explicar lo que dice la biblia sin comprender plenamente que no es un libro de ciencia, ni de historia, y que se requieren herramientas exegéticas para poder estudiar y analizar a fondo. La Iglesia tiene líneas bien definidas para su estudio y análisis, para profundizar y conocer la revelación.

Otro enemigo o enfermedad es la idea desvirtuada del clericalismo, este mal en la Iglesia afecta mucho tanto a los fieles laicos como al clero, por suponer que los sacerdotes no se pueden equivocar, y en muchas ocasiones se les concede, por llamarlo de alguna manera,  a los curas poderes mágicos, y caemos en una cerrazón a todo lo que digan, si bien es cierto, la formación sacerdotal es ardua, amplia, abarca muchas materias y ciencias humanas y dura muchos años, pero como todo ser humano pueden dudar o incluso tropezar en un comentario, incluso el sumo pontífice solo en ciertos momentos goza de la infalibilidad, por la asistencia del Espíritu Santo, pero humanamente pueden equivocarse.

El peligro no está en su error, sino en que algunas personas crean que un sacerdote no pueda equivocarse y fundamenten su vida solo en lo que el sacerdote diga.

Podemos comprender en muchas ciudades y pueblos, que el sacerdote sea una autoridad y goce de respeto y estima de su comunidad, pero eso no lo exime del error; recuerdo hace años en una misión al sur de México, la comunidad que visite no hablaba español y eso dificultaba mucho predicar y anunciar el evangelio, por lo que el párroco del lugar nos sugería solo enseñar lo básico, las oraciones elementales de iniciación en la fe, y nos decía que para muchas personas en esa comunidad vinculaban al sacerdote con el doctor, de tal manera que cuando iban a confesarse en lugar de decir sus pecados decían sus malestares físicos, y si bien es cierto el sacerdote sana “in persona Christi” (en la persona de Cristo), solo es en momentos determinados y particulares como al celebrar los sacramentos.

Podemos comprender el desconocimiento de estas personas en una zona aislada de México o de muchos otros países y lugares, en su formación en la fe,  pero también es parte importante de muchos sacerdotes mostrar más a “Cristo Buen Pastor” o una imagen de Cristo más empática, a una que sea muy rígida y distante.     

Tengamos presente que he hablado en plural al referir a estas enfermedades y peligros en la Iglesia, de tal manera que todos somos responsables y en alguna medida estamos infectados, contaminados o influenciados por estos males, sabemos que Dios no nos abandona, que el Espíritu Santo nos ilumina y alienta a seguir, pero debemos de ser sinceros y reconocer nuestra fragilidad y debilidad.

Lamentablemente podemos encontrar muchos otros males que debemos resolver como Iglesia, pero siempre desde la unidad, en el respeto, en el conocimiento de Dios, guiados por el Magisterio de la Iglesia, iluminados por las Sagradas Escrituras y fortalecidos por la Sagrada Tradición.

Recordemos el evangelio: “No teman, no hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido” (Mt 24,26).





[1] Cfr. http://www.golgotaonline.com/las-horas
[2] http://revteo-sapientiaetfidem.blogspot.mx/2014/01/los-propositos-de-ano-nuevo.html
[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Reiki
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Yin_y_yang
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Feng_shui
[6] Esclerosis: enfermedad que afecta a nivel neuronal, el sistema nervioso e impide la movilidad del cuerpo, al referir a lo espiritual, son las situaciones que nos impiden caminar o movernos en el desarrollo de la fe.
[7] CEC #66-67

4 comentarios:

  1. Gracias por este bello articulo,..la explicación del clericalismo me ayudo a comprender el sacerdocio como seres humanos.

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    1. Gracias por tu comentario, lo apreciamos, es parte de nuestro ser y hacer en la Iglesia

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  2. En cuanto a la ignorancia me hace comprender que debo dedicar mas tiempo a mi instrucción y evangelización. ...pero que es mas importante poner en práctica los mandamientos e imitar a Jesús.

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    1. Hay muchos retos y desafíos por afrontar como Iglesía, gracias por tomarte el tiempo de escribirnos, C Escorza

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