Las enfermedades de la Iglesia
Urge una nueva Apología de la Iglesia
Carlos Escorza Ortiz
La salud es un interés común
de todos, ya sea física, psíquica o espiritual por lo que debemos cuidarla y fortalecer, del
mismo modo que con el cuerpo requerimos una buena alimentación, una
buena higiene y el ejercicio necesario, también la Iglesia formada por cada uno
de nosotros, necesita nutrición, ejercicio y limpieza.
De lo contrario podemos
contraer enfermedades que pueden generar muchos daños, algunos pueden ser
heredados y que se convierten en enemigos de la Iglesia y de cada uno de
nosotros. Podemos pensar en quienes son estos enemigos que deterioran la fe de
la Iglesia, su unidad y misión, será la apología la encargada de ayudarnos en
nuestra defensa.
La apología ha generado que
se dé una búsqueda de personajes con los que podamos confrontar y en algunos
casos llegar a la violencia y daños más allá de una sana intención de
salvaguardar la fe.
Debemos reconocer nuestra
realidad, como parte de nuestro esfuerzo común y compromiso cristiano,
para responder al plan de Dios de
anunciar la Buena Nueva a toda criatura (Cfr. Mc 16, 15), pero para que este
anuncio tenga efectividad debemos de reconocer qué o cuáles son los enemigos de
la Iglesia, para ser eficaces en la tarea encomendada.
Pensar en un personaje o
personajes, puede desatar sentimientos contrarios al Evangelio y que lejos de
ayudarnos, nos dividen y conflictua la relación con Dios y con el prójimo, pero
si pensamos de otra manera, no personalizando al enemigo y si reconociéndolo
como parte de nuestra realidad podremos ser más eficaces y congruentes con lo
que somos.
Si aceptamos que ninguna
persona es nuestro enemigo en la fe y que por diversas razones tiene una
actitud o ideas diferentes a las nuestras, podemos caminar y avanzar en nuestro
ser Iglesia, pero si reconocemos que ciertas actitudes nos causan daño, y
deterioran nuestra fe, podremos entonces resolver efectivamente ante el ataque
de los enemigos de la Iglesia, recordemos que Dios no quiere la muerte del
pecador, sino que se arrepienta y viva (Cfr. Mt. 5, 20-26).
¿Cuáles son estas enfermedades o enemigos
que nos afectan?
La ignorancia es el primer
enemigo que debemos reconocer y asumir como parte de nuestro proceso de
crecimiento en la fe, es impresionante darse cuenta la poca formación que tiene
una persona promedio en su fe.
Si hacemos un cálculo tomando
en cuenta con las actividades académicas que tiene un católico en su vida, las
horas que se prepara para recibir los sacramentos es quizás para muchos, la
única fuente de donde toman su preparación para toda la vida.
En México particularmente,
como en algunos otros países el curso de formación para la comunión es de un
año, pero en realidad hablamos de 52 fines de semana, y más concretamente solo
2 horas por semana, es decir 104 horas en un año de formación para recibir la
1° comunión.
Si a esto le agregamos la
preparación para el matrimonio, cuando se va a ser padrino de bautizo, nos da
un total aproximado de 180 horas.
Pero si pensamos que un año
tiene 8760 horas, y que la tasa de mortalidad ha aumentado a más de 75 años, la
cantidad de horas puede ser exorbitante y más si comparativamente lo vemos con
las 180 horas promedio de un católico en toda su vida[1].
Podemos descubrir con
claridad lo desnutrida que esta nuestra fe y que va mermando nuestro
crecimiento dentro de la Iglesia.
El siguiente enemigo se llama
sincretismo, entendido como querer unir dos ideas contrarias en sí mismas y
pretender hacer algo nuevo, un ejemplo de esto es el Reiki, Feng shui, y el yin
yang[2].
El Reiki es una práctica
pseudocientífica que es considerada
como medicina complementaria y alternativa, es decir, no científica, que afirma
tratar de lograr la sanación o equilibrio del paciente a través de la
imposición de las manos del practicante, canalizando cierta supuesta
"energía vital universal". Las pruebas clínicas realizadas no han
encontrado ningún efecto positivo más allá del placebo[3].
El Yin yang explica que el
mundo es dual, solo tiene dos lados, negro y blanco, arriba y abajo, bueno y
malo[4] .
Desde la fe católica el mundo es más que
blanco y negro, tenemos una diversidad de colores, tenemos una riqueza de
posibilidades, creer que solo podemos ser buenos o malos, se empata con una
herejía de la predestinación, que
pretende decir “ya estas salvado, no necesitas nada” o “ya eres malo,
nada de lo que hagas puede ayudarte” eres blanco o negro. El Jansenismo
(herejía condenada por la Iglesia en el siglo XVII).
El Feng shui es una forma de
geomancia o adivinación por la tierra,
desarrollada en China. Originalmente era una forma de conocimiento que
estudiaba los cambios que ocurren en la naturaleza, el clima y los astros. Los
orígenes del Feng shui varían según las fuentes. Por un lado toma la simbología
del I ching (o libro de los cambios). Por otro, incorpora los cinco elementos
(Wu xing). A partir de la instauración de la república, el Feng shui (junto con
otras prácticas tradicionales de la cultura china) fue prácticamente prohibido[5].
Estas son muy comunes, junto
con los horóscopos, los amuletos entre otros elementos que congestionan nuestra
real y verdadera experiencia de fe, pero que se vincula directamente con
ciertas expresiones de religiosidad popular y genera mucho daño en la vida y la
salud de la Iglesia.
La religiosidad popular es
otro elemento muy dañino para la vida de la Iglesia, ya que es muy común caer
en ritualismos baratos que pretenden condicionar a Dios, convirtiendo la fe en
algo desvirtuado, lo encontramos en las actitudes de querer solucionar las
cosas solo con rezos, sin profundizar en ellos, sin comprenderlos y sin vivir un
compromiso real del creyente en su vida y actuar.
Es triste ver como muchas
personas siguen algunas apariciones marianas y se justifican en las promesas
que se presentan, lamentablemente convirtiéndolas en condicionamientos de la
misma vida de fe, y que lejos de ayudar en muchos casos se vuelven contra el
mismo individuo en su crecimiento espiritual y que llega a generar un tipo de
esclerosis espiritual[6].
La Iglesia está consciente de
la acción de Dios y de la Virgen, pero nunca el mensaje se puede alterar o
modificar, ya que la revelación máxima de Dios la tenemos en Cristo, el
Catecismo de la Iglesia lo explica:
“-La economía cristiana, por
ser alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra
revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor
Jesucristo". Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está
completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender
gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
-A lo largo de los siglos ha
habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han
sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no
pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de "mejorar" o
"completar" la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a
vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el
Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir
y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de
Cristo o de sus santos a la Iglesia. La fe cristiana no puede aceptar
"revelaciones" que pretenden superar o corregir la Revelación de la
que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas religiones no cristianas y
también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes
"revelaciones”[7].
Comprendiendo esto, Cristo es
el culmen de la Revelación y cualquier mensaje diferente puede poner en riesgo
nuestra vida de fe, nuestra salud espiritual.
Pensemos un poco más
detenidamente esto, si la virgen aparece y contrapone al Evangelio posiblemente
no sea una revelación real, si la vida en la Iglesia esta vinculada
directamente con el ejercicio de todas nuestras capacidades y cualidades
espirituales, es decir, vivir los sacramentos, las virtudes, las obras de
misericordia, que si están íntimamente ligadas al mensaje de Cristo y de la
Iglesia (Mateo 25, 40), lo contrario pone en peligro su veracidad y
credibilidad, sea por miedo, dolor, venganza o cualquier otro sentimiento
negativo y lejano de Dios.
En este mismo sentido el
peligro de vivir solo con religiosidades populares hace que nos convirtamos en
un catálogo de oraciones, y se vayan convirtiendo en personas pasivas que
repiten sin orden ni sentido, incluso y perdón por la comparación, como
periquitos que no se tiene un trasfondo de conversión y que poco a poco se van
agregando elementos cayendo en supersticiones o nuevos sincretismos.
Un peligro o enfermedad que
está muy arraigada en la vida de la Iglesia es el fideísmo, es decir, querer
solo acceder a las verdades de fe de modo radical y sin razonamiento alguno,
como si Dios actuara arbitrariamente sobre su propia creación y violentándola a
su antojo.
Quienes actúan de esta manera
suelen ser muy radicales en su manera de ver y vivir la fe, ya que el argumento
base está en “Porque Dios quiere…” sin más razón ni posibilidad de diálogo o
comprensión en el creyente. Se suele caer en fundamentalismos bíblicos, y en
muchos sentidos las Sagradas Escrituras son mal leídas, sin las correctas
herramientas para su lectura, como son las hermenéutica y exégesis bíblicas, y
que la Iglesia tiene una gran biblioteca en la que podemos entrar en dialogo y
respuesta comprometida a lo que Dios quiere de nosotros.
Este mal presente en la
Iglesia no tiene justificación alguna, ya que podemos acceder a una formación
básica en todas las parroquias, donde sacerdotes, consagradas y laicos trabajan
por vencer esta deficiencia.
Tengamos presente que nuestra
fe no debe ser de memoria, sino de comprensión en el amor, y no debemos de
conflictuar nuestra vida por los pocos conocimientos que podamos tener, más
bien debemos de reconocer nuestras limitaciones y responder a ellas, como lo
dice el apóstol san Pedro en su carta: “Dar razones de vuestra esperanza” (1 Pe
3,15).
Lo contrario al fideísmo es
el secularismo, que es el extremo opuesto y solo se mide la vida desde nuestras
propias fuerzas, todo bajo un supuesto razonamiento científico que quiere
ignorar todo lo que tenga que ver con la fe, incluso mal entendiendo o
justificándola mediante criticas fuera de contexto.
El peligro del secularismo es
caer en relativismos y crear nuevos fenómenos ideológicos racionales que lejos
de buscar la verdad, generan nuevos mitos, como pasó en muchos casos a la
filosofía griega, creando un movimiento gnóstico que en algunos casos lograban
desarrollar toda una estructura mental y sistemática, pero con errores de
fondo, pero que si logran confundir a muchos.
Estas pseudo ciencias humanas
alternativas, son peligrosas, ya que parten de ciertos presupuestos serios,
pero que en la gran mayoría son solo placebos o generan ciertas dinámicas en la
autoestima, y que lejos de ayudar, confunden más a quien las recibe,
congestionando no solo la fe, sino todas las relaciones interpersonales.
Ejemplos de esto están en los libros de “autoayuda”, haciendo creer que solos
podemos resolver nuestras realidades, y olvidando que somos seres que
necesitamos relacionarnos. Lo tiene tan claro la Iglesia que los sacramentos no
pueden auto-administrarse, un sacerdote no se puede auto-confesar, siempre
necesitamos del otro y de Dios para recibir la Gracia de Dios.
Incluso algunos quieren
responder a la fe desde fuera de ella, quieren explicar lo que dice la biblia
sin comprender plenamente que no es un libro de ciencia, ni de historia, y que
se requieren herramientas exegéticas para poder estudiar y analizar a fondo. La
Iglesia tiene líneas bien definidas para su estudio y análisis, para
profundizar y conocer la revelación.
Otro enemigo o enfermedad es
la idea desvirtuada del clericalismo, este mal en la Iglesia afecta mucho tanto
a los fieles laicos como al clero, por suponer que los sacerdotes no se pueden
equivocar, y en muchas ocasiones se les concede, por llamarlo de alguna
manera, a los curas poderes mágicos, y
caemos en una cerrazón a todo lo que digan, si bien es cierto, la formación
sacerdotal es ardua, amplia, abarca muchas materias y ciencias humanas y dura
muchos años, pero como todo ser humano pueden dudar o incluso tropezar en un
comentario, incluso el sumo pontífice solo en ciertos momentos goza de la
infalibilidad, por la asistencia del Espíritu Santo, pero humanamente pueden
equivocarse.
El peligro no está en su
error, sino en que algunas personas crean que un sacerdote no pueda equivocarse
y fundamenten su vida solo en lo que el sacerdote diga.
Podemos comprender en muchas
ciudades y pueblos, que el sacerdote sea una autoridad y goce de respeto y
estima de su comunidad, pero eso no lo exime del error; recuerdo hace años en
una misión al sur de México, la comunidad que visite no hablaba español y eso
dificultaba mucho predicar y anunciar el evangelio, por lo que el párroco del
lugar nos sugería solo enseñar lo básico, las oraciones elementales de iniciación
en la fe, y nos decía que para muchas personas en esa comunidad vinculaban al
sacerdote con el doctor, de tal manera que cuando iban a confesarse en lugar de
decir sus pecados decían sus malestares físicos, y si bien es cierto el
sacerdote sana “in persona Christi” (en la persona de Cristo), solo es en
momentos determinados y particulares como al celebrar los sacramentos.
Podemos comprender el
desconocimiento de estas personas en una zona aislada de México o de muchos
otros países y lugares, en su formación en la fe, pero también es parte importante de muchos
sacerdotes mostrar más a “Cristo Buen Pastor” o una imagen de Cristo más
empática, a una que sea muy rígida y distante.
Tengamos presente que he
hablado en plural al referir a estas enfermedades y peligros en la Iglesia, de
tal manera que todos somos responsables y en alguna medida estamos infectados,
contaminados o influenciados por estos males, sabemos que Dios no nos abandona,
que el Espíritu Santo nos ilumina y alienta a seguir, pero debemos de ser
sinceros y reconocer nuestra fragilidad y debilidad.
Lamentablemente podemos
encontrar muchos otros males que debemos resolver como Iglesia, pero siempre
desde la unidad, en el respeto, en el conocimiento de Dios, guiados por el
Magisterio de la Iglesia, iluminados por las Sagradas Escrituras y fortalecidos
por la Sagrada Tradición.
Recordemos el evangelio: “No
teman, no hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba
ser conocido” (Mt 24,26).
[1] Cfr. http://www.golgotaonline.com/las-horas
[2] http://revteo-sapientiaetfidem.blogspot.mx/2014/01/los-propositos-de-ano-nuevo.html
[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Reiki
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Yin_y_yang
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Feng_shui
[6] Esclerosis: enfermedad que afecta a nivel neuronal, el sistema
nervioso e impide la movilidad del cuerpo, al referir a lo espiritual, son las
situaciones que nos impiden caminar o movernos en el desarrollo de la fe.
[7] CEC #66-67
Gracias por este bello articulo,..la explicación del clericalismo me ayudo a comprender el sacerdocio como seres humanos.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, lo apreciamos, es parte de nuestro ser y hacer en la Iglesia
EliminarEn cuanto a la ignorancia me hace comprender que debo dedicar mas tiempo a mi instrucción y evangelización. ...pero que es mas importante poner en práctica los mandamientos e imitar a Jesús.
ResponderEliminarHay muchos retos y desafíos por afrontar como Iglesía, gracias por tomarte el tiempo de escribirnos, C Escorza
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