miércoles, 10 de diciembre de 2014

Un político habla de lo que se tiene que hablar

Algo que vale la pena ver, una explicación de por qué vivimos lo que está pasando a nivel mundial, una interesante critica del sentido del hombre y su razón de ser en este mundo.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Significado e historia de la Medalla de San Benito

Significado e historia de la Medalla de San Benito


Explicación del anverso

En las antiguas medallas aparece, rodeando la figura del santo, este texto latino en frase entera: Eius in óbitu nostro preséntia muniámur. "Que a la hora de nuestra muerte, nos proteja tu presencia". En las medallas actuales, frecuentemente desaparece la frase que es sustituida por esta: Crux Sancti Patris Benedicti, o todavía, más simplemente, por la inscripción: Sanctus Benedictus.

Explicación del reverso
•           En cada uno de los cuatro lados de la cruz: C. S. P. B. Crux Sancti Patris Benedicti. Cruz del Santo Padre Benito
•           En el palo vertical de la cruz: C. S. S. M. L. Crux Sácra Sit Mihi Lux. Que la Santa Cruz sea mi luz
•           En el palo horizontal de la cruz: N. D. S. M. D. Non Dráco Sit Mihi Dux. Que el demonio no sea mi jefe
•           Empezando por la parte superior, en el sentido del reloj: V. R. S. Vade Retro Satána.

Aléjate Satanás - N. S. M. V. Non Suáde Mihi Vána. No me aconsejes cosas vanas - S. M. Q. L. Sunt Mála Quae Libas. Es malo lo que me ofreces - I. V. B. ípse Venéna Bíbas. Bebe tú mismo tu veneno

En la parte superior, encima de la cruz suele aparecer unas veces la palabra PAX y en las más antiguas IESUS




Historia de la medalla
No cabe duda que la medalla de San Benito es una de las más apreciadas por los fieles. A ella se le atribuyen poder y remedio, ya sea contra ciertas enfermedades de hombre y animales, ya contra los males que pueden afectar al espíritu, como las tentaciones del poder del mal. Es frecuente también colocarla en los cimientos de nuevos edificios como garantía de seguridad y bienestar de sus habitantes.

El origen de esta medalla se fundamenta en una verdad y experiencia del todo espiritual que aparece en la vida de san Benito tal como nos la describe el papa san Gregorio en el Libro II de los Diálogos. El Padre de los monjes usó con frecuencia del signo de la cruz como signo de salvación, de verdad, y purificación de los sentidos. San Benito quebró el vaso que contenía veneno con la sola señal de la cruz hecha sobre él. Cuando los monjes fueron perturbados por el maligno, el santo mandó que hicieran la señal de la cruz sobre sus corazones. Una cruz era la firma de los monjes en la carta de su profesión cuando no sabían escribir. Todo ello no hace más que invitar a sus discípulos a considerar la santa cruz como señal bienhechora que simboliza la pasión salvadora del Señor, por la que se venció el poder del mal y de la muerte.

La medalla tal como hoy la conocemos, se puede remontar al siglo XII o XIV o quizá a una época anterior y tiene su historia. En el siglo XVII, en Nattenberg -Baviera-, en un proceso contra unas mujeres acusadas de brujería, ellas reconocieron que nunca habían podido influir malignamente contra el monasterio benedictino de Metten porque estaba protegido por una cruz. Hechas, con curiosidad, investigaciones sobre esa cruz, se encontró que en las tapias del monasterio se hallaban pintadas varias cruces con unas siglas misteriosas que no supieron descifrar. Continuando la investigación entre los códices de la antigua biblioteca del monasterio, se encontró la clave de las misteriosas siglas en un libro miniado del siglo XIV. En efecto, entre las figuras aparecía una de san Benito alzando en su mano derecha una cruz que contenía parte del texto que se encontraba sólo en sus letras iniciales en las astas cruzadas de las cruces pintadas en las tapias del monasterio de Metten, y en la izquierda portaba una banderola con la continuación del texto que completaba todas las siglas hasta aquel momento misteriosas.

Mucho más tarde, ya en el siglo XX, se encontró otro dibujo en un manuscrito del monasterio de Wolfenbüttel representando a un monje que se defiende del mal, simbolizado en una mujer con una copa llena de todas las seducciones del mundo. El monje levanta contra ella una cruz que contienía la parte final del texto consabido. Es posible que la existencia de tal creencia religiosa no sea fruto del siglo XIV sino muy anterior.

Benedicto XIV, en marzo de 1742, aprobó el uso de la medalla que había sido tachada anteriormente, por algunos, de superstición. Dom Gueranger, liturgista y fundador de la Concregación Benedictina de Solesmes, comentó que el hecho de aparecer la figura de san Benito con la santa Cruz, confirma la fuerza que su signo obtuvo en sus manos. La devoción de los fieles y las muchas gracias obtenidas por ella es la mejor muestra de su auténtico valor cristiano.

http://www.abadiadesilos.es/medalla.htm

jueves, 30 de octubre de 2014

Mensaje de Benedicto XVI a la universidad Pontificia Urbaniana, texto integro

ROMA, 22 Oct. 14 / 11:55 am.- Cientos de alumnos de la Pontificia Universidad Urbaniana, escucharon con atención el mensaje que el Sumo Pontífice Emérito, Benedicto XVI, les envió con ocasión de la inauguración de un aula magna que lleva su nombre y en el que recordó que los cristianos anuncian a Jesucristo por el deber de transmitir la alegría de la buena noticia, no para ganar miembros para la Iglesia.
El Prefecto de la Casa Pontificia y secretario personal del Papa Ratzinger, Arzobispo Georg Gaenswein, compartió el mensaje en la nueva “Aula Magna Benedicto XVI” de la Urbaniana.
En el texto, Benedicto XVI recuerda que “no anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de miembros posibles, y ni mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido donada”.
“Cuando Andrés encontró a Cristo, no pudo hacer otra cosa que decirle a su hermano: ‘Hemos encontrado al Mesías’. Y Felipe, al cual se le donó el mismo encuentro, no pudo hacer otra cosa que decir a Bartolomé que había encontrado a aquél sobre el cual habían escrito Moisés y los profetas”, añadió.
Desde el monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, donde se dedica a la oración desde su renuncia a la Sede de Pedro en febrero de 2013, Benedicto XVI recordó que “la alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela solo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta”.
Benedicto XVI señaló que “seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo encontremos realmente en lo profundo de nuestra existencia, cuando, a través del encuentro con Él, nos sea donada la gran experiencia de la verdad, del amor y de la alegría”.
“Hemos conocido y creído el amor’: esta frase expresa la auténtica naturaleza del cristianismo. El amor, que se realiza y se refleja de muchas maneras en los santos de todos los tiempos, es la auténtica prueba de la verdad del cristianismo”, concluyó.
Esta es la tercera vez que se conoce una declaración del Sumo Pontífice Emérito luego de su renuncia al pontificado, pero es la primera vez que el texto se lee en público. Las dos primeras ocasiones fueron la carta que envió a un periodista del diario italiano La Repubblica y la entrevista que concedió para un libro sobre San Juan Pablo II.
Este es el texto completo del mensaje de Benedicto XVI a los estudiantes de la Pontificia Universidad Urbaniana:
«Mensaje de Benedicto XVI, Papa Emérito:
Quisiera en primer lugar expresar mi cordial agradecimiento al Rector Magnífico y a las autoridades académicas de la Pontificia Universidad Urbaniana, a los oficiales mayores, y a los representantes de los estudiantes por su propuesta de titular en mi nombre el Aula Magna reestructurada. Quisiera agradecer de modo particular al Gran Canciller de la Universidad, el Cardenal Fernando Filoni, por haber acogido esta iniciativa. Es motivo de gran alegría para mí poder estar siempre así presente en el trabajo de la Pontificia Universidad Urbaniana.
En el curso de las diversas visitas que he podido hacer como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, siempre me ha impresionado la atmosfera de la universalidad que se respira en esta universidad, en la cual jóvenes provenientes prácticamente de todos los países de la tierra se preparan para el servicio al Evangelio en el mundo de hoy. También hoy veo interiormente ante mí, en este aula, una comunidad formada por muchos jóvenes que nos hacen percibir de modo vivo la estupenda realidad de la Iglesia Católica.
“Católica”: Esta definición de la Iglesia, que pertenece a la profesión de fe desde los tiempos antiguos, lleva consigo algo del Pentecostés. Nos recuerda que la Iglesia de Jesucristo no miró a un solo pueblo o a una sola cultura, sino que estaba destinada a la entera humanidad. Las ultimas palabras que Jesús dice a sus discípulos fueron: ‘Id y haced discípulos a todos los pueblos’. Y en el momento del Pentecostés los apóstoles hablaron en todas las lenguas, manifestando por la fuerza del Espíritu Santo, toda la amplitud de su fe.
Desde entonces la Iglesia ha crecido realmente en todos los continentes. Vuestra presencia, queridos estudiantes, refleja el rostro universal de la Iglesia. El profeta Zacarías anunció un reino mesiánico que habría ido de mar a mar y sería un reino de paz. Y en efecto, allá donde es celebrada la Eucaristía y los hombres, a partir del Señor, se convierten entre ellos un solo cuerpo, se hace presente algo de aquella paz que Jesucristo había prometido dar a sus discípulos. Vosotros, queridos amigos, sed cooperadores de esta paz que, en un mundo rasgado y violento, hace cada vez más urgente edificar y custodiar. Por eso es tan importante el trabajo de vuestra universidad, en la cual queréis aprender a conocer más de cerca de Jesucristo para poder convertiros en sus testigos.
El Señor Resucitado encargó a sus discípulos, y a través de ellos a los discípulos de todos los tiempos, que llevaran su palabra hasta los confines de la tierra y que hicieran a los hombres sus discípulos. El Concilio Vaticano II, retomando en el decreto Ad Gentes una tradición constante, sacó a la luz las profundas razones de esta tarea misionera y la confió con fuerza renovada a la Iglesia de hoy.
¿Pero todavía sirve? Se preguntan muchos hoy dentro y fuera de la Iglesia ¿de verdad la misión sigue siendo algo de actualidad? ¿No sería más apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y servir junto las causa de la paz en el mundo? La contra-pregunta es: ¿El diálogo puede sustituir a la misión? Hoy muchos, en efecto, son de la idea de que las religiones deberían respetarse y, en el diálogo entre ellos, hacerse una fuerza común de paz. En este modo de pensar, la mayoría de las veces se presupone que las distintas religiones sean una variante de una única y misma realidad, que ‘religión’ sea un género común que asume formas diferentes según las diferentes culturas, pero que expresa una misma realidad. La cuestión de la verdad, esa que en un principio movió a los cristianos más que a nadie, viene puesta entre paréntesis. Se presupone que la auténtica verdad de Dios, en un último análisis es alcanzable y que en su mayoría se pueda hacer presente lo que no se puede explicar con las palabras y la variedad de los símbolos. Esta renuncia a la verdad parece real y útil para la paz entre las religiones del mundo. Y aún así sigue siendo letal para la fe.
En efecto, la fe pierde su carácter vinculante y su seriedad si todo se reduce a símbolos en el fondo intercambiables, capaces de posponer solo de lejos al inaccesible misterio divino.
Queridos amigos, veis que la cuestión de la misión nos pone no solamente frente a las preguntas fundamentales de la fe, sino también frente a la pregunta de qué es el hombre. En el ámbito de un breve saludo, evidentemente no puedo intentar analizar de modo exhaustivo esta problemática que hoy se refiere a todos nosotros. Quisiera al menos hacer mención a la dirección que debería invocar nuestro pensamiento. Lo hago desde dos puntos de partida.
PRIMER PUNTO DE PARTIDA
1. La opinión común es que las religiones estén por así decirlo, una junto a otra, como los continentes y los países en el mapa geográfico. Todavía esto no es exacto. Las religiones están en movimiento a nivel histórico, así como están en movimiento los pueblos y las culturas. Existen religiones que esperan. Las religiones tribales son de este tipo: tienen su momento histórico y todavía están esperando un encuentro mayor que les lleve a la plenitud.
Nosotros como cristianos, estamos convencidos que, en el silencio, estas esperan el encuentro con Jesucristo, la luz que viene de Él, que sola puede conducirles completamente a su verdad. Y Cristo les espera. El encuentro con Él no es la irrupción de un extraño que destruye su propia cultura o su historia. Es, en cambio, el ingreso en algo más grande, hacia el que están en camino. Por eso, este encuentro es siempre, al mismo tiempo, purificación y maduración. Por otro lado, el encuentro es siempre recíproco. Cristo espera su historia, su sabiduría, su visión de las cosas.
Hoy vemos cada vez más nítido otro aspecto: mientras en los países de su gran historia, el cristianismo se convirtió en algo cansado y algunas ramas del gran árbol nacido del grano de mostaza del Evangelio se secan y caen a la tierra, del encuentro con Cristo de las religiones en espera brota nueva vida. Donde antes solo había cansancio, se manifiestan y llevan alegría las nuevas dimensiones de la fe.
2. La religiones en sí mismas no son un fenómeno unitario. En ellas siempre van distintas dimensiones. Por un lado está la grandeza del sobresalir, más allá del mundo, hacia Dios eterno. Pero por otro lado, en esta se encuentran elementos surgidos de la historia de los hombres y de la práctica de las religiones. Donde pueden volver sin lugar a dudas cosas hermosas y nobles, pero también bajas y destructivas, allí donde el egoísmo del hombre se ha apoderado de la religión y, en lugar de estar en apertura, la ha transformado en un encerrarse en el propio espacio.
Por eso, la religión nunca es un simple fenómeno solo positivo o solo negativo: en ella los dos aspectos se mezclan. En sus inicios, la misión cristina percibió de modo muy fuerte sobretodo los elementos negativos de las religiones paganas que encontró. Por esta razón, el anuncio cristiano fue en un primer momento estrechamente critico con las religiones. Solo superando sus tradiciones que en parte consideraba también demoníacas, la fe pudo desarrollar su fuerza renovadora. En base a elementos de este tipo, el teólogo evangélico Karl Barth puso en contraposición religión y fe, juzgando la primera en modo absolutamente negativo como comportamiento arbitrario del hombre que trata, a partir de sí mismo, de apoderarse de Dios. Dietrich Bonhoeffer retomó esta impostación pronunciándose a favor de un cristianismo sin religión. Se trata sin duda de una visión unilateral que no puede aceptarse. Y todavía es correcto afirmar que cada religión, para permanecer en el sitio debido, al mismo tiempo debe también ser siempre crítica de la religión. Claramente esto vale, desde sus orígenes y en base a su naturaleza, para la fe cristiana, que, por un lado mira con gran respeto a la profunda espera y la profunda riqueza de las religiones, pero, por otro lado, ve en modo crítico también lo que es negativo. Sin decir que la fe cristiana debe siempre desarrollar de nuevo esta fuerza crítica respecto a su propia historia religiosa.
Para nosotros los cristianos, Jesucristo es el Logos de Dios, la luz que nos ayuda a distinguir entre la naturaleza de las religiones y su distorsión.
3. En nuestro tiempo se hace cada vez más fuerte la voz de los que quieren convencernos de que la religión como tal está superada. Solo la razón crítica debería orientar el actuar del hombre. Detrás de símiles concepciones está la convicción de que con el pensamiento positivista la razón en toda su pureza se ha apoderado del dominio. En realidad, también este modo de pensar y de vivir está históricamente condicionado y ligado a determinadas culturas históricas. Considerarlo como el único válido disminuiría al hombre, sustrayéndole dimensiones esenciales de su existencia. El hombre se hace más pequeño, no más grande, cuando no hay espacio para un ethos que, en base a su naturaleza auténtica retorna más allá del pragmatismo, cuando no hay espacio para la mirada dirigida a Dios. El lugar de la razón positivista está en los grandes campos de acción de la técnica y de la economía, y todavía esta no llega a todo lo humano. Así, nos toca a nosotros que creamos abrir de nuevo las puertas que, más allá de la mera técnica y el puro pragmatismo, conducen a toda la grandeza de nuestra existencia, al encuentro con Dios vivo.
SEGUNDO PUNTO DE PARTIDA
1. Estas reflexiones, quizá un poco difíciles, deberían mostrar que hoy, en un modo profundamente mutuo, sigue siendo razonable el deber de comunicar a los otros el Evangelio de Jesucristo.
Todavía hay un segundo modo, más simple, para justificar hoy esta tarea. La alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela solo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta.
Cuando Andrés encontró a Cristo, no pudo hacer otra cosa que decirle a su hermano: ‘Hemos encontrado al Mesías’. Y Felipe, al cual se le donó el mismo encuentro, no pudo hacer otra cosa que decir a Bartolomé que había encontrado a aquél sobre el cual habían escrito Moisés y los profetas. No anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de miembros posibles, y mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido donada.
Seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo encontremos realmente en lo profundo de nuestra existencia, cuando, a través del encuentro con Él, nos sea donada la gran experiencia de la verdad, del amor y de la alegría.
2. Forma parte de la naturaleza de la religión la profunda tensión entre la ofrenda mística de Dios, en la que se nos entrega totalmente a Él, y la responsabilidad para el prójimo y para el mundo por Él creado. Marta y María son siempre inseparables, también si, de vez en cuando, el acento puede recaer sobre la una o la otra. El punto de encuentro entre los dos polos es el amor con el cual tocamos al mismo tiempo a Dios y a sus Criaturas. ‘Hemos conocido y creído al amor’: esta frase expresa la auténtica naturaleza del cristianismo. El amor, que se realiza y se refleja de muchas maneras en los santos de todos los tiempos, es la auténtica prueba de la verdad del cristianismo.
Benedicto XVI».

miércoles, 29 de octubre de 2014

El Papa pide oración por los estudiantes desaparecidos en México

En la audiencia general de este miércoles, Francisco ha reflexionado sobre la realidad visible y la realidad espiritual de la Iglesia.


Ciudad del Vaticano, 29 de octubre de 2014 (Zenit.org) Rocío Lancho García 

“Quisiera hoy llevar una oración y traer cerca de nuestro corazón al pueblo mexicano que sufre por la desaparición de sus estudiantes y por tantos problemas parecidos. Que nuestro corazón de hermanos esté cerca de ellos orando en este momento”. Esta ha sido la petición que el Papa ha expresado esta mañana durante la audiencia general. Lo ha hecho al finalizar el resumen de la catequesis que realiza él mismo en español.

También ha pedido una oración especial por los que sufren la enfermedad del ébola, “que se está difundiendo especialmente en el continente africano, sobre todo entre las poblaciones más desfavorecidas”. Por eso, el Papa ha afirmado que “estoy cerca con el afecto y la oración a las personas afectadas, como también a los médicos, las enfermeras, voluntarios, institutos religiosos y asociaciones, que hacen todo lo posible para socorrer a estos nuestros hermanos y hermanas enfermos”. Asimismo, Francisco ha renovado su llamamiento para que la comunidad internacional haga lo posible para vencer este virus aliviando el malestar y el sufrimiento de los que están siendo duramente probados. Y así, ha invitado “a rezar por ellos y por los que han perdido la vida”.

El santo padre Francisco, una semana más, ha llegado a la plaza de San Pedro, despertando el entusiasmo de los fieles y peregrinos venidos de todas las partes del mundo. Banderas de distintos países se agitaban al paso del jeep descubierto y se oían a la gente saludar y gritar ¡Francisco, Francisco! Mientras, el personal de seguridad, se encargaba de acercar a los niños hasta el papamóvil para que el Papa pudiera darles su bendición. A pesar de que se empieza a sentir el frío, una gran multitud estaba presente esta mañana en la plaza.

Como cada miércoles, el Pontífice ha realizado una catequesis, y esta mañana, ha seguido con la serie que inició sobre la Iglesia. Hoy, ha hablado de la realidad visible y la realidad espiritual de la Iglesia.

En el resumen hecho por el Santo Padre en español ha indicado:

“Queridos hermanos y hermanas: En otras ocasiones hemos hablado de la naturaleza espiritual de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo edificado por el Espíritu Santo. Hoy nos centramos en lo que pensamos habitualmente, en lo que se ve: es decir, sus estructuras, como la parroquia, las organizaciones,  las personas que normalmente la guían. Pero esto no se limita a los obispos o a los clérigos, sino que comprende a todas las personas bautizadas que creen, esperan y aman, haciendo el bien en el nombre de Jesús, acercándolo así a la vida de los hermanos. Por eso, lo visible y lo invisible de la Iglesia no se oponen, sino que se integran en la única Iglesia. Esto es un reflejo del misterio de la persona de Cristo, en la que su naturaleza divina es inseparable de su naturaleza humana, que se pone enteramente al servicio del plan divino de llevar a todos la redención y la salvación. También la Iglesia, a través de su realidad visible, como los sacramentos, el testimonio y el anuncio, está llamada a hacerse cercana a cada persona, comenzando por los más pobres, los que sufren o los marginados, para que todos sientan la mirada compasiva y misericordiosa de Jesús.

A continuación ha saludad con afecto a los peregrinos de lengua española, “en particular a los venidos de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Pidamos, por intercesión de la Virgen María, que comprendamos cómo, a pesar de nuestras debilidades, el Señor nos ha hecho instrumentos de su gracia y signo visible de su amor para toda la humanidad. Muchas gracias”.


Al finalizar, el Santo Padre ha dirigido un pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, recordando que nos acercamos a la Solemnidad de todos los Santos. "Queridos jóvenes, mirad a los santos como modelos de vida; queridos enfermos, ofreced vuestro sufrimiento por los que necesitan conversión; y vosotros, queridos recién casados, cuidad el crecimiento en la fe en vuestra casa conyugal".

lunes, 20 de octubre de 2014

Texto Integro "LOS DESAFÍOS PASTORALES DE LA FAMILIA EN EL CONTEXTO DE LA EVANGELIZACIÓN" Sínodo de las familias



SÍNODO DE LOS OBISPOS
III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA
LOS DESAFÍOS PASTORALES
DE LA FAMILIA
EN EL CONTEXTO
DE LA EVANGELIZACIÓN
INSTRUMENTUM LABORIS
Ciudad del Vaticano
2014


En esta liga puedes descargar integro el documento "Los Desafíos Pastorales de la Familia en el Contexto de la Evangelización"

http://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20140626_instrumentum-laboris-familia_sp.html#

martes, 14 de octubre de 2014

Debate de los Padres Sinodales tras la Relación después de la discusión

Debate de los Padres Sinodales tras la Relación después de la discusión

Ciudad del Vaticano, 14 octubre 2014 (VIS).- Durante la undécima Congregación General tuvo lugar la presentación en el Aula de la "Relatio post disceptationem", leída por el Relator General, el cardenal Peter Erdo.
Poco después, comenzó el debate libre de los Padres Sinodales. En general, la "Relatio post disceptationem" ha sido apreciada por su capacidad de "retratar" adecuadamente las intervenciones de estos días en el Aula, captando el espíritu de la Asamblea y destacando la acogida como tema principal de los trabajos. Del documento, se dice, emerge el amor de la Iglesia por la familia fiel a Cristo, pero también su capacidad de estar cerca del ser humano en cada momento de su vida, de comprender que, detrás de los desafíos pastorales, hay muchas personas que sufren. La mirada del Sínodo -se ha reiterado- tendría que ser la del pastor que da la vida por sus ovejas, no la del que las juzga a priori.
Además, dado que la Relación recoge diversos puntos de vista para proporcionar una base de trabajo a los Círculos menores, se han sugerido algunas ideas adicionales. Por ejemplo, teniendo siempre presente que la Iglesia debe acoger a los que atraviesan por dificultades, sería bueno hablar más de las familias que se mantienen fieles a las enseñanzas del Evangelio, animándolas y dándoles las gracias por el testimonio que ofrecen. Del Sínodo debería emerger más claramente que el matrimonio indisoluble, feliz, fiel para siempre, es hermoso, es posible y está presente en la sociedad, evitando así de centrarse principalmente en las situaciones familiares imperfectas.
También se ha hablado de acentuar más el tema de la mujer, de su tutela y su importancia para la transmisión de la vida y de la fe; de integrar alguna reflexión sobre la figura de los abuelos en el hogar; de incluir una referencia más específica a la familia como "Iglesia doméstica" y a la parroquia como una "familia de familias", así como a la Sagrada Familia, como modelo de referencia. En este contexto, también se ha tratado de cómo valorizar la perspectiva misionera de la familia y de su anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo.
Es necesario profundizar y aclarar la cuestión de la gradualidad, que podría dar origen a una serie de confusiones. Por ejemplo, en cuanto al acceso a los sacramentos para los divorciados que se han vuelto a casar, se ha dicho que es difícil aceptar excepciones sin que, en realidad, se conviertan en una regla común.
Asimismo se hizo notar que la palabra "pecado" no está casi presente en la Relatio. Y también se recordó el tono profético de las palabras de Jesús, para evitar el riesgo de conformarse a la mentalidad de este mundo.
En relación a los homosexuales se puso de relieve la necesidad de aceptación, pero con la prudencia adecuada, con el fin de no crear la impresión de una evaluación positiva de esa orientación por parte de la Iglesia. La misma atención se solicitó por cuanto respecta a las convivencias.
Igualmente se apuntó a la necesidad de reiterar la importancia del sacramento del Bautismo que es esencial para comprender plenamente la sacramentalidad del matrimonio y también su ser un "ministerio" en el anuncio del Evangelio.

En cuanto a la agilización de los procedimientos para las causas de nulidad matrimonial, ha suscitado alguna perplejidad la propuesta de dar más competencias al obispo diocesano, cargando así demasiado peso sobre sus hombros. Se ha solicitado una reflexión más profunda y articulada sobre los casos de poligamia - en especial los de aquellos que se convierten y quieren recibir los sacramentos - y sobre la difusión de la pornografía (de forma particular en la web) que representa un riesgo real para la unidad familiar. Por último, en relación con la apertura a la vida por parte de las parejas, se hizo hincapié en la necesidad de abordar con más detalle y decisión no sólo el tema del aborto, sino también el de maternidad subrogada.

lunes, 13 de octubre de 2014

Papa Francisco: Signo de contradicción

Una sencilla respuesta a una avalancha incontenible de ataques al Santo Padre.


Por el P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
Facebook: zarazuajorgeluis * Twitter: @jorgelzarazua
 Ataques e incomprensiones
Para ciertos sectores en la Iglesia, el Papa Francisco se ha convertido en un signo de contradicción, especialmente por su manera de actuar en distintos momentos. Se mira con malicia muchas de sus actuaciones, a las que no estamos acostumbrados.
Se ha visto con malos ojos que el Jueves Santo, en 2013, al inicio de su pontificado, haya celebrado la Santa Misa fuera de los muros vaticanos, en la prisión de menores “Casal del Mármol” en Roma, lavando los pies a no católicos y, especialmente, a mujeres. Se ha llegado a afirmar que traicionó la Tradición, de la cual es el principal garante.
Se le ha cuestionado que no viva en el Palacio Apostólico, residencia habitual de los Papas, y que haya decidido vivir en Casa Santa Marta.
Se ha cuestionado también que busque el diálogo con el judaísmo y el islam. Se ha criticado su cercanía con los evangélicos, cuando era Arzobispo de Buenos Aires y ahora, como Sucesor de Pedro.
Se ha criticado que, en varios momentos, haya solicitado la bendición de sus interlocutores no católicos, incluso poniéndose de rodillas ante ellos, cuando era Cardenal Arzobispo de Buenos Aires.
Me entristece profundamente que muchos ataques e incomprensiones vienen de parte de muchos católicos comprometidos. Algunos lo expresan de muy buena fe, desconcertados; pero otros lo hacen con evidente malicia, acusando al Papa de incurrir en herejía e, incluso, en la apostasía.
No falta quienes creen que hay Sede vacante y que el Santo Padre es, en realidad, un anti-Papa. Otros lo contraponen al Papa emérito, Benedicto XVI, a quien algunos consideran todavía el Papa reinante.

Experiencia de san Pedro,
el primer Papa
Todo esto me recuerda mucho algo que nos narra san Lucas en el Nuevo Testamento. Me refiero a lo sucedido cuando san Pedro, el primer Papa, admitió en la comunión eclesial al centurión romano Cornelio (Hch 1011), administrando el sacramento del Bautismo a él y a toda su familia.
Pido a Dios que nos ayude a tener la misma apertura de los creyentes de origen judío que interpelaron a Pedro, que se tranquilizaron y alabaron a Dios cuando san Pedro les contó los pormenores:
Los Apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la Palabra de Dios. Y cuando Pedro regresó a Jerusalén, los creyentes de origen judío lo interpelaron, diciéndole: «¿Cómo entraste en la casa de gente no judía y comiste con ellos?».
Pedro comenzó a contarles detalladamente lo que había sucedido: «Yo estaba orando en la ciudad de Jope, cuando caí en éxtasis y tuvo una visión. Vi que bajaba del cielo algo parecido a un gran mantel, sostenido de sus cuatro puntas, que vino hasta mí. Lo miré atentamente y vi que había en él cuadrúpedos, animales salvajes, reptiles y aves. Y oí una voz que me dijo: «Vamos, Pedro, mata y come». «De ninguna manera, Señor, respondí, yo nunca he comido nada manchado ni impuro». Por segunda voz, oí la voz del cielo que me dijo: «No consideres manchado lo que Dios purificó». Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo. En ese momento, se presentaron en la casa donde estábamos tres hombres que habían sido enviados desde Cesárea para buscarme. El Espíritu Santo me ordenó que fuera con ellos sin dudar.
Me acompañaron también los seis hermanos aquí presentes y llegamos a la casa de aquel hombre. Este nos contó en qué forma se le había aparecido un ángel, diciéndole: «Envía a alguien a Jope, a buscar a Simón, llamado Pedro. Él te anunciará un mensaje de salvación para ti y para toda tu familia». Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, como lo hizo al principio sobre nosotros.
Me acordé entonces de la palabra del Señor: «Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo». Por lo tanto, si Dios les dio a ellos la misma gracia que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿cómo podía yo oponerme a Dios?».
Después de escuchar estas palabras se tranquilizaron y alabaron a Dios, diciendo: «También a los paganos ha concedido Dios el don de la conversión que conduce a la Vida» (Hch 11, 1-18).
Principio y fundamento perpetuo y visible de unidad
En este contexto, es importante recordar el papel que tiene el Papa en tanto Sucesor de Pedro, Obispo de Roma y Vicario de Cristo. Al igual que san Pedro, el Papa tiene la encomienda de parte de nuestro Señor Jesucristo, guiar a la Iglesia (Mt 16, 18-19; Lc 22, 31-32; Jn 21, 15-17).
He aquí lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre el Romano Pontífice:

El Sumo Pontífice, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles” (LG 23). “El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad” (LG 22; cf. CD 2. 9) (Catecismo de la Iglesia Católica, 882).

A veces los caminos que el Papa Francisco propone no son los caminos a los que estamos acostumbrados y eso puede desconcertarnos.
También le sucedió a Benedicto XVI cuando levantó la excomunión a los cuatro obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, iniciada por Mons. Marcel-François Lefèbvre (1905-1991), y dio pasos concretos hacia la reconciliación con su motu proprio Summorum Pontificum. Se trata de actualizar los gestos de Jesús Buen Pastor que, sin embargo, fueron malinterpretados, causando dolor en el Santo Padre.
Me parece oportuno leer estos párrafos de su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, para que nos ayuden a entender la manera de proceder del Papa Francisco, que lo motivan a no tomar en cuenta el protocolo y las formas acostumbradas, en algunos momentos que considera particularmente relevantes:

“La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. ‘Primerear’: sepan disculpar este neologismo. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear!” (Evangelii Gaudium, 24).
 Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37). (Evangelii Gaudium, 49).
(…) se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. (Evangelii Gaudium, 94).
 “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (Evangelii Gaudium, 27).

Nuestra actitud debe ser, más bien, la de la Iglesia primitiva; especialmente cuando san Pedro, el primer Papa, fue encarcelado por Herodes (Hch 12, 1-12):

Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él. (…) Y al advertir lo que le había sucedido, se dirigió a la casa de María, la madre de Juan, llamado Marcos, donde un grupo numeroso se hallaba reunido en oración. (Hch 12, 5.12).

Como católicos, nuestra tarea es comprender al Papa Francisco y secundarlo en sus iniciativas, orando incesantemente por él, que es el Sucesor de Pedro o, como se decía en otros tiempos, el Papa felizmente reinante.

Oración por el Papa
Es el momento de doblar las rodillas y tomar una actitud orante, para rezar por el Santo Padre, renovando nuestra adhesión a él, reconociéndolo como Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo en la Tierra:

Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa. En él tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego.
Creo firmemente que por medio de él tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica. Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas.
Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad. Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de tu redención. Amén.
http://www.apostolesdelapalabra.org/2014/07/papa-francisco-signo-de-contradiccion/

lunes, 29 de septiembre de 2014

El Papa Francisco ratifica al P. Mario Ángel Flores como miembro de la Comisión Teológica Internacional

Ratifica el Papa al P. Mario Ángel Flores como miembro de la Comisión Teológica Internacional


La Comisión Teológica Internacional, creada en 1969 por el Papa Pablo VI, tiene la tarea de estudiar las cuestiones doctrinales de especial importancia, principalmente aquellas que se presentan como nuevas, para ayudar al magisterio de la Iglesia

El padre Mario Ángel Flores, rector de Universidad Pontificia de México (UPM), ha sido ratificado por el Papa Francisco como uno de los cinco miembros latinoamericanos que conformarán la  Comisión Teológica Internacional para el período 2014-2019.

La Comisión Teológica Internacional, creada en 1969 por el Papa Pablo VI,  tiene la tarea de estudiar las cuestiones doctrinales de especial importancia, principalmente aquellas que se presentan como nuevas, para ayudar al magisterio de la Iglesia, y en especial a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, en cuyo ámbito ha sido instituida.

Está compuesta por un máximo de 30 teólogos de diferentes escuelas y naciones nombrados por el Pontífice “ad quinquennium”, en base las propuestas del cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, luego de consultar a las Conferencias Episcopales. Durante su historia, la Comisión ha publicado 27 documentos.

Con los nombramientos para el próximo quinquenio, el Santo Padre ha reforzado la presencia femenina en dicha Comisión, pasando de dos a cinco teólogas (dos religiosas y tres laicas), lo que significa el 16 por ciento de los miembros.

El Papa Francisco también aumento de tres a cinco el número de teólogos de América Latina y redujo de 18 a 14 los representantes de Europa. La nueva composición de la Comisión Teológica Internacional es la siguiente: 14 representantes de Europa (anteriormente 18) quinquenio), 5 de América Latina (anteriormente 3), 4 de Asia (anteriormente 4), 3 de América del Norte (anteriormente 2) y 1 de Australia.

Los nuevos miembros se reunirán por primera vez en la Sesión Plenaria, que se llevará a cabo en la Congregación para la Doctrina de la Fe del 1 al 5 de diciembre de 2014, cuando determinarán los temas sobre los cuales se centrará el trabajo de la Comisión en los próximos cinco años.

Fuente: Zoila Bustillo

http://www.siame.mx/apps/info/p/?a=12292&z=125

lunes, 1 de septiembre de 2014

EL PELIGRO DE CONVERTIRSE EN CRISTIANOS AGUADOS, Papa FRANCISCO



ÁNGELUS: EL PELIGRO DE CONVERTIRSE EN CRISTIANOS AGUADOS
Ciudad del Vaticano, 31 de agosto de 2014 (VIS).-A mediodía el Santo Padre se asomó, a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro y comentó el evangelio de hoy que narra, como Jesús después de haber verificado que Pedro y los otros once habían creído en Él como Mesías e Hijo de Dios, ?comenzó a explicarles que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho, ser asesinado y resucitar al tercer día?. ?Se trata -dijo- de un momento crítico en que emerge el contraste entre el modo de pensar de Jesús y el de los discípulos. Hasta Pedro siente el deber de regañar al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final tan innoble Entonces Jesús, a su vez, regaña duramente a Pedro, lo endereza'', porque no piensa según Dios, sino según los hombres y sin darse cuenta actúa como Satanás, el tentador.
Es un tema sobre el que, en la liturgia dominical, insiste también el apóstol Pablo, en su Carta a los Romanos cuando afirma que los cristianos no se deben conformar a este mundo, sino transformarlo para discernir la voluntad de Dios.
''Efectivamente -prosiguió el Papa- nosotros los cristianos vivimos en el mundo, insertados plenamente en la realidad social y cultural de nuestro tiempo, y es justo que sea así; pero esto lleva aparejado el peligro de que nos convirtamos en "mundanos", de que la sal pierda el sabor como diría Jesús, es decir de que el cristiano se "agüe", pierda la carga de novedad que viene del Señor, del Espíritu Santo''. ''En cambio debería de ser al contrario: cuando en los cristianos permanece viva la fuerza del Evangelio, esa puede transformar ¿los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes de inspiración y los modelos de vida?, subrayó Francisco citando las palabras de Pablo VI.
''!Es triste encontrar cristianos "aguados", como puede serlo el vino y no saber si son cristianos o mundanos, como el "vino aguado" que no se sabe si es vino o agua!". Es triste encontrar cristianos que ya no son la sal de la tierra... porque se han entregado al espíritu del mundo, es decir, se han convertidos en mundanos. Por eso es necesario renovarse continuamente nutriéndose de la linfa del Evangelio... leyendo y meditando el Evangelio todos los días, así la Palabra de Jesús estará siempre presente en nuestra vida'', afirmó el Pontífice, invitando de nuevo a todos a llevar siempre consigo un evangelio en el bolsillo, en la cartera y leer todos los días un pasaje.
La renovación también viene de la participando en la Misa dominical, ''donde encontramos al Señor en la comunidad, escuchando su Palabra y recibiendo la Eucaristía que nos une a Él y entre nosotros'', así como de las jornadas de retiro y de ejercicios espirituales''.
''Gracias a estos dones del Señor -concluyó- podemos conformarnos a Cristo y no al mundo, y seguirlo en su camino. El camino de perder la propia vida para encontrarla, para ofrecerla por amor, en el amor  y esto comporta el sacrificio, la cruz para recibirla nuevamente purificada, liberada del egoísmo y de la hipoteca de la muerte, llena de eternidad''.

martes, 29 de julio de 2014

Las enfermedades de la Iglesia

Las enfermedades de la Iglesia
Urge una nueva Apología de la Iglesia

Carlos Escorza Ortiz


La salud es un interés común de todos, ya sea física, psíquica o espiritual por lo que debemos cuidarla y fortalecer, del  mismo modo que con el cuerpo requerimos una buena alimentación, una buena higiene y el ejercicio necesario, también la Iglesia formada por cada uno de nosotros, necesita nutrición, ejercicio y limpieza.

De lo contrario podemos contraer enfermedades que pueden generar muchos daños, algunos pueden ser heredados y que se convierten en enemigos de la Iglesia y de cada uno de nosotros. Podemos pensar en quienes son estos enemigos que deterioran la fe de la Iglesia, su unidad y misión, será la apología la encargada de ayudarnos en nuestra defensa.

La apología ha generado que se dé una búsqueda de personajes con los que podamos confrontar y en algunos casos llegar a la violencia y daños más allá de una sana intención de salvaguardar la fe.

Debemos reconocer nuestra realidad, como parte de nuestro esfuerzo común y compromiso cristiano, para  responder al plan de Dios de anunciar la Buena Nueva a toda criatura (Cfr. Mc 16, 15), pero para que este anuncio tenga efectividad debemos de reconocer qué o cuáles son los enemigos de la Iglesia, para ser eficaces en la tarea encomendada.

Pensar en un personaje o personajes, puede desatar sentimientos contrarios al Evangelio y que lejos de ayudarnos, nos dividen y conflictua la relación con Dios y con el prójimo, pero si pensamos de otra manera, no personalizando al enemigo y si reconociéndolo como parte de nuestra realidad podremos ser más eficaces y congruentes con lo que somos.

Si aceptamos que ninguna persona es nuestro enemigo en la fe y que por diversas razones tiene una actitud o ideas diferentes a las nuestras, podemos caminar y avanzar en nuestro ser Iglesia, pero si reconocemos que ciertas actitudes nos causan daño, y deterioran nuestra fe, podremos entonces resolver efectivamente ante el ataque de los enemigos de la Iglesia, recordemos que Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva (Cfr. Mt. 5, 20-26).

¿Cuáles son estas enfermedades o enemigos que nos afectan?

La ignorancia es el primer enemigo que debemos reconocer y asumir como parte de nuestro proceso de crecimiento en la fe, es impresionante darse cuenta la poca formación que tiene una persona promedio en su fe.

Si hacemos un cálculo tomando en cuenta con las actividades académicas que tiene un católico en su vida, las horas que se prepara para recibir los sacramentos es quizás para muchos, la única fuente de donde toman su preparación para toda la vida.

En México particularmente, como en algunos otros países el curso de formación para la comunión es de un año, pero en realidad hablamos de 52 fines de semana, y más concretamente solo 2 horas por semana, es decir 104 horas en un año de formación para recibir la 1° comunión.

Si a esto le agregamos la preparación para el matrimonio, cuando se va a ser padrino de bautizo, nos da un total aproximado de 180 horas.

Pero si pensamos que un año tiene 8760 horas, y que la tasa de mortalidad ha aumentado a más de 75 años, la cantidad de horas puede ser exorbitante y más si comparativamente lo vemos con las 180 horas promedio de un católico en toda su vida[1].

Podemos descubrir con claridad lo desnutrida que esta nuestra fe y que va mermando nuestro crecimiento dentro de la Iglesia.

El siguiente enemigo se llama sincretismo, entendido como querer unir dos ideas contrarias en sí mismas y pretender hacer algo nuevo, un ejemplo de esto es el Reiki, Feng shui, y el yin yang[2].

El Reiki es una práctica pseudocientífica que es considerada como medicina complementaria y alternativa, es decir, no científica, que afirma tratar de lograr la sanación o equilibrio del paciente a través de la imposición de las manos del practicante, canalizando cierta supuesta "energía vital universal". Las pruebas clínicas realizadas no han encontrado ningún efecto positivo más allá del placebo[3].

El Yin yang explica que el mundo es dual, solo tiene dos lados, negro y blanco, arriba y abajo, bueno y malo[4] . Desde  la fe católica el mundo es más que blanco y negro, tenemos una diversidad de colores, tenemos una riqueza de posibilidades, creer que solo podemos ser buenos o malos, se empata con una herejía de la predestinación, que  pretende decir “ya estas salvado, no necesitas nada” o “ya eres malo, nada de lo que hagas puede ayudarte” eres blanco o negro. El Jansenismo (herejía condenada por la Iglesia en el siglo XVII).

El Feng shui es una forma de geomancia o adivinación por la tierra,  desarrollada en China. Originalmente era una forma de conocimiento que estudiaba los cambios que ocurren en la naturaleza, el clima y los astros. Los orígenes del Feng shui varían según las fuentes. Por un lado toma la simbología del I ching (o libro de los cambios). Por otro, incorpora los cinco elementos (Wu xing). A partir de la instauración de la república, el Feng shui (junto con otras prácticas tradicionales de la cultura china) fue prácticamente prohibido[5].

Estas son muy comunes, junto con los horóscopos, los amuletos entre otros elementos que congestionan nuestra real y verdadera experiencia de fe, pero que se vincula directamente con ciertas expresiones de religiosidad popular y genera mucho daño en la vida y la salud de la Iglesia.

La religiosidad popular es otro elemento muy dañino para la vida de la Iglesia, ya que es muy común caer en ritualismos baratos que pretenden condicionar a Dios, convirtiendo la fe en algo desvirtuado, lo encontramos en las actitudes de querer solucionar las cosas solo con rezos, sin profundizar en ellos, sin comprenderlos y sin vivir un compromiso real del creyente en su vida y actuar.

Es triste ver como muchas personas siguen algunas apariciones marianas y se justifican en las promesas que se presentan, lamentablemente convirtiéndolas en condicionamientos de la misma vida de fe, y que lejos de ayudar en muchos casos se vuelven contra el mismo individuo en su crecimiento espiritual y que llega a generar un tipo de esclerosis espiritual[6].

La Iglesia está consciente de la acción de Dios y de la Virgen, pero nunca el mensaje se puede alterar o modificar, ya que la revelación máxima de Dios la tenemos en Cristo, el Catecismo de la Iglesia lo explica:

“-La economía cristiana, por ser alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo". Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
-A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de "mejorar" o "completar" la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia. La fe cristiana no puede aceptar "revelaciones" que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes "revelaciones”[7].

Comprendiendo esto, Cristo es el culmen de la Revelación y cualquier mensaje diferente puede poner en riesgo nuestra vida de fe, nuestra salud espiritual.

Pensemos un poco más detenidamente esto, si la virgen aparece y contrapone al Evangelio posiblemente no sea una revelación real, si la vida en la Iglesia esta vinculada directamente con el ejercicio de todas nuestras capacidades y cualidades espirituales, es decir, vivir los sacramentos, las virtudes, las obras de misericordia, que si están íntimamente ligadas al mensaje de Cristo y de la Iglesia (Mateo 25, 40), lo contrario pone en peligro su veracidad y credibilidad, sea por miedo, dolor, venganza o cualquier otro sentimiento negativo y lejano de Dios.
En este mismo sentido el peligro de vivir solo con religiosidades populares hace que nos convirtamos en un catálogo de oraciones, y se vayan convirtiendo en personas pasivas que repiten sin orden ni sentido, incluso y perdón por la comparación, como periquitos que no se tiene un trasfondo de conversión y que poco a poco se van agregando elementos cayendo en supersticiones o nuevos sincretismos.

Un peligro o enfermedad que está muy arraigada en la vida de la Iglesia es el fideísmo, es decir, querer solo acceder a las verdades de fe de modo radical y sin razonamiento alguno, como si Dios actuara arbitrariamente sobre su propia creación y violentándola a su antojo.

Quienes actúan de esta manera suelen ser muy radicales en su manera de ver y vivir la fe, ya que el argumento base está en “Porque Dios quiere…” sin más razón ni posibilidad de diálogo o comprensión en el creyente. Se suele caer en fundamentalismos bíblicos, y en muchos sentidos las Sagradas Escrituras son mal leídas, sin las correctas herramientas para su lectura, como son las hermenéutica y exégesis bíblicas, y que la Iglesia tiene una gran biblioteca en la que podemos entrar en dialogo y respuesta comprometida a lo que Dios quiere de nosotros.

Este mal presente en la Iglesia no tiene justificación alguna, ya que podemos acceder a una formación básica en todas las parroquias, donde sacerdotes, consagradas y laicos trabajan por vencer esta deficiencia.

Tengamos presente que nuestra fe no debe ser de memoria, sino de comprensión en el amor, y no debemos de conflictuar nuestra vida por los pocos conocimientos que podamos tener, más bien debemos de reconocer nuestras limitaciones y responder a ellas, como lo dice el apóstol san Pedro en su carta: “Dar razones de vuestra esperanza” (1 Pe 3,15).
   
Lo contrario al fideísmo es el secularismo, que es el extremo opuesto y solo se mide la vida desde nuestras propias fuerzas, todo bajo un supuesto razonamiento científico que quiere ignorar todo lo que tenga que ver con la fe, incluso mal entendiendo o justificándola mediante criticas fuera de contexto.

El peligro del secularismo es caer en relativismos y crear nuevos fenómenos ideológicos racionales que lejos de buscar la verdad, generan nuevos mitos, como pasó en muchos casos a la filosofía griega, creando un movimiento gnóstico que en algunos casos lograban desarrollar toda una estructura mental y sistemática, pero con errores de fondo, pero que si logran confundir a muchos.

Estas pseudo ciencias humanas alternativas, son peligrosas, ya que parten de ciertos presupuestos serios, pero que en la gran mayoría son solo placebos o generan ciertas dinámicas en la autoestima, y que lejos de ayudar, confunden más a quien las recibe, congestionando no solo la fe, sino todas las relaciones interpersonales. Ejemplos de esto están en los libros de “autoayuda”, haciendo creer que solos podemos resolver nuestras realidades, y olvidando que somos seres que necesitamos relacionarnos. Lo tiene tan claro la Iglesia que los sacramentos no pueden auto-administrarse, un sacerdote no se puede auto-confesar, siempre necesitamos del otro y de Dios para recibir la Gracia de Dios.
 
Incluso algunos quieren responder a la fe desde fuera de ella, quieren explicar lo que dice la biblia sin comprender plenamente que no es un libro de ciencia, ni de historia, y que se requieren herramientas exegéticas para poder estudiar y analizar a fondo. La Iglesia tiene líneas bien definidas para su estudio y análisis, para profundizar y conocer la revelación.

Otro enemigo o enfermedad es la idea desvirtuada del clericalismo, este mal en la Iglesia afecta mucho tanto a los fieles laicos como al clero, por suponer que los sacerdotes no se pueden equivocar, y en muchas ocasiones se les concede, por llamarlo de alguna manera,  a los curas poderes mágicos, y caemos en una cerrazón a todo lo que digan, si bien es cierto, la formación sacerdotal es ardua, amplia, abarca muchas materias y ciencias humanas y dura muchos años, pero como todo ser humano pueden dudar o incluso tropezar en un comentario, incluso el sumo pontífice solo en ciertos momentos goza de la infalibilidad, por la asistencia del Espíritu Santo, pero humanamente pueden equivocarse.

El peligro no está en su error, sino en que algunas personas crean que un sacerdote no pueda equivocarse y fundamenten su vida solo en lo que el sacerdote diga.

Podemos comprender en muchas ciudades y pueblos, que el sacerdote sea una autoridad y goce de respeto y estima de su comunidad, pero eso no lo exime del error; recuerdo hace años en una misión al sur de México, la comunidad que visite no hablaba español y eso dificultaba mucho predicar y anunciar el evangelio, por lo que el párroco del lugar nos sugería solo enseñar lo básico, las oraciones elementales de iniciación en la fe, y nos decía que para muchas personas en esa comunidad vinculaban al sacerdote con el doctor, de tal manera que cuando iban a confesarse en lugar de decir sus pecados decían sus malestares físicos, y si bien es cierto el sacerdote sana “in persona Christi” (en la persona de Cristo), solo es en momentos determinados y particulares como al celebrar los sacramentos.

Podemos comprender el desconocimiento de estas personas en una zona aislada de México o de muchos otros países y lugares, en su formación en la fe,  pero también es parte importante de muchos sacerdotes mostrar más a “Cristo Buen Pastor” o una imagen de Cristo más empática, a una que sea muy rígida y distante.     

Tengamos presente que he hablado en plural al referir a estas enfermedades y peligros en la Iglesia, de tal manera que todos somos responsables y en alguna medida estamos infectados, contaminados o influenciados por estos males, sabemos que Dios no nos abandona, que el Espíritu Santo nos ilumina y alienta a seguir, pero debemos de ser sinceros y reconocer nuestra fragilidad y debilidad.

Lamentablemente podemos encontrar muchos otros males que debemos resolver como Iglesia, pero siempre desde la unidad, en el respeto, en el conocimiento de Dios, guiados por el Magisterio de la Iglesia, iluminados por las Sagradas Escrituras y fortalecidos por la Sagrada Tradición.

Recordemos el evangelio: “No teman, no hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido” (Mt 24,26).





[1] Cfr. http://www.golgotaonline.com/las-horas
[2] http://revteo-sapientiaetfidem.blogspot.mx/2014/01/los-propositos-de-ano-nuevo.html
[3] http://es.wikipedia.org/wiki/Reiki
[4] https://es.wikipedia.org/wiki/Yin_y_yang
[5] http://es.wikipedia.org/wiki/Feng_shui
[6] Esclerosis: enfermedad que afecta a nivel neuronal, el sistema nervioso e impide la movilidad del cuerpo, al referir a lo espiritual, son las situaciones que nos impiden caminar o movernos en el desarrollo de la fe.
[7] CEC #66-67