jueves, 22 de mayo de 2014

DIÁLOGO DEL PAPA FRANCISCO CON UN GRUPO DE JÓVENES FLAMENCOS

DIÁLOGO DEL PAPA FRANCISCO
CON UN GRUPO DE JÓVENES FLAMENCOS
Lunes 31 de marzo de 2014


Forman parte de un grupo de jóvenes que nació durante la Jornada mundial de la juventud de Río de Janeiro, porque en Río quisieron dar a conocer también a otros jóvenes flamencos lo que habían hecho allí. Son un grupo de doce —los otros están allí fuera— que han venido con…
…pero a los otros quiero saludarlos después, sí.

Entonces podemos organizarlo… Y ellos hacen verdaderamente este trabajo de entrar, de penetrar en los media como jóvenes, partiendo de su inspiración cristiana. Y también en este sentido quieren hacerle algunas preguntas. Ella, en cambio, no es creyente —ellos son, pues, cuatro de aquel grupo—, ella no es creyente, pero también nos parecía importante, porque somos una sociedad muy laica en Flandes, y sabemos que tenemos un mensaje para todos. Por tanto, ella estaba muy contenta…

¡Ah! Me da mucho gusto. Todos somos hermanos.
Verdaderamente, sí. La primera pregunta es: gracias por haber aceptado nuestra petición, pero: ¿por qué la aceptó?

Cuando siento que un joven o una joven tiene inquietud, siento que es mi deber servir a estos jóvenes, prestar un servicio a esta inquietud, porque esta inquietud es como una semilla, y después irá adelante y dará frutos. Y yo en este momento siento que con vosotros estoy prestando un servicio a lo que es más valioso, en este momento, que es vuestra inquietud.

Un muchacho. Cada uno, en este mundo, trata de ser feliz. Pero nos hemos preguntado: ¿usted es feliz? ¿Y por qué?
Absolutamente, soy absolutamente feliz. Y soy feliz porque…, no sé por qué… Quizá porque tengo un trabajo, no soy un desempleado, tengo un trabajo, un trabajo de pastor. Soy feliz porque he encontrado mi camino en la vida, y recorrer este camino me hace feliz. Y también es una felicidad tranquila, porque a esta edad no es la misma felicidad de un joven, hay una diferencia. Cierta paz interior, una paz grande, una felicidad que también viene con la edad. Es también un camino que ha tenido siempre problemas; también ahora hay problemas, pero esta felicidad no desaparece con los problemas, no. Ve los problemas, los sufre y después sigue adelante; hace algo para resolverlos, y después sigue adelante. Pero en lo profundo del corazón reinan esta paz y esta felicidad. Verdaderamente, para mí es una gracia de Dios. Es una gran gracia. No es mérito mío.

Un muchacho. De muchas maneras usted nos manifiesta su gran amor a los pobres y a las personas heridas. ¿Por qué esto es tan importante para usted?
Porque este es el corazón del Evangelio. Soy creyente, creo en Dios, creo en Jesucristo y en su Evangelio, y el corazón del Evangelio es el anuncio a los pobres. Cuando lees las Bienaventuranzas, por ejemplo, o lees Mateo 25, ves allí cómo Jesús es claro en esto. Este es el corazón del Evangelio. Y Jesús dice de sí mismo: «He venido a anunciar a los pobres la liberación, la salvación, la gracia de Dios…». A los pobres. Los que tienen necesidad de salvación, los que tienen necesidad de ser acogidos en la sociedad. Si lees el Evangelio, también ves que Jesús tenía cierta preferencia por los marginados: los leprosos, las viudas, los niños huérfanos, los ciegos..., las personas marginadas. Y también los grandes pecadores…, y este es mi consuelo. Sí, porque él ni siquiera se asusta del pecado. Cuando encontró a una persona como Zaqueo, que era un ladrón, o como Mateo, que era un traidor de la patria por dinero, no se asustó. Los miró y los eligió. También esta es una pobreza: la pobreza del pecado. Para mí, el corazón del Evangelio es de los pobres. Hace dos meses oí que una persona dijo: «Este Papa es comunista». ¡No! Esta es una bandera del Evangelio, no del comunismo, ¡del Evangelio! Pero la pobreza sin ideología, la pobreza… Por eso creo que los pobres están en el centro del anuncio de Jesús. Basta leerlo. El problema es que algunas veces, en la historia, esta actitud con los pobres se ideologizó. No, no es así: la ideología es otra cosa. Es así en el Evangelio, es simple, muy simple. También en el Antiguo Testamento se ve esto. Por eso yo los pongo siempre en el centro, siempre.

Una muchacha. Yo no creo en Dios, pero sus gestos y sus ideales me inspiran. ¿Acaso tiene usted un mensaje para todos nosotros, para los jóvenes cristianos, para las personas que no creen o tienen otro credo o creen de modo diferente?
Para mí hay que buscar, en el modo de hablar, la autenticidad. Y la autenticidad es esta: yo estoy hablando con hermanos. Todos somos hermanos. Creyentes, no creyentes, de esta u otra confesión religiosa, judíos, musulmanes… todos somos hermanos. El hombre está en el centro de la historia, y esto es muy importante para mí: el hombre está en el centro. En este momento de la historia, al hombre se le ha echado del centro, se le ha apartado a la periferia, y en el centro —al menos en este momento— está el poder, el dinero. Y nosotros debemos trabajar por las personas, por el hombre y por la mujer, que son imagen de Dios. ¿Por qué los jóvenes? Porque los jóvenes —retomo lo que he dicho al inicio— son la semilla que dará fruto a lo largo del camino. Pero también en relación con lo que estaba diciendo: en este mundo, donde en el centro está el poder, el dinero, se echa a los jóvenes. Se echa a los niños, no queremos niños, queremos menos niños, queremos familias pequeñas; no queremos niños. Se echa a los ancianos: muchos ancianos mueren por una eutanasia escondida, porque no los cuidan y mueren. Y ahora echan a los jóvenes. Pensad que en Italia, por ejemplo, el desempleo juvenil de los 25 años para abajo es casi del 50 por ciento; en España es del 60 por ciento, y en Andalucía, en el sur de España, es casi del 70 por ciento… No conozco el porcentaje de desempleo en Bélgica…
Algo menos, entre el 5 y el 10 por ciento…

Es poco. Es poco, gracias a Dios. Pensad qué significa una generación de jóvenes que no tienen trabajo. Puedes decirme: «Pero pueden comer, porque la sociedad les da de comer». Sí, pero esto no es suficiente, porque no tienen experiencia de la dignidad de llevar el pan a casa. Este es el momento de la «pasión de los jóvenes». Hemos entrado en una cultura del descarte: lo que no sirve a esta globalización, se descarta. Los ancianos, los niños, los jóvenes. Pero así se descarta el futuro de un pueblo, porque en los niños, en los jóvenes y en los ancianos está el futuro de un pueblo. Los niños y los jóvenes, porque llevarán adelante la historia, y los ancianos, porque nos transmiten la memoria de un pueblo, cómo ha sido el camino de un pueblo. Y si se los descarta, tendremos un grupo de gente sin fuerza, porque no habrá muchos jóvenes y niños, y sin memoria. Y esto es gravísimo. Por eso creo que debemos ayudar a los jóvenes a que desempeñen el papel que se requiere en la sociedad, en este difícil momento histórico.

Pero, ¿tiene usted un mensaje específico, muy concreto para nosotros, de modo que nosotros —¡ojalá!— podamos inspirar a otras personas, como lo hace usted?

Has dicho una palabra muy importante: «concreto». Es una palabra importantísima, porque vas adelante en la concreción de la vida; sólo con las ideas, ¡no vas adelante! Esto es muy importante. Y creo que vosotros, los jóvenes, debéis ir adelante con esta concreción de vida. Muchas veces también con acciones ligadas a las situaciones, porque hay que reconocer esto, esto…, pero también con estrategias… Te diré algo. Por mi trabajo, también en Buenos Aires, hablé con muchos jóvenes políticos que pasaban a saludarme. Y estaba contento, porque ellos, tanto de izquierda como de derecha, hablaban de una nueva música, de un nuevo estilo de política. Y a mí esto me da esperanza. 
Creo que en este momento la juventud debe remar mar adentro e ir adelante. ¡Debe ser valiente! 

Esto me da esperanza. No sé si he respondido: concreción en las acciones.

Un muchacho. Cuando leo los periódicos, cuando miro a mi alrededor, me pregunto si la raza humana es verdaderamente capaz de cuidar este mundo y cuidarse a sí misma. ¿Comparte usted mi duda? (la traductora)… Descartamos, como decía usted. ¿También usted tiene alguna vez esta duda, duda y se pregunta a sí mismo: dónde está Dios en todo esto?

Me hago dos preguntas sobre esta cuestión: ¿dónde está Dios y dónde está el hombre? La primera pregunta es la que, en el relato de la Biblia, Dios le hace al hombre: «Adán, ¿dónde estás?». Es la primera pregunta al hombre. Y también yo me pregunto, ahora: «Tú, hombre de este siglo XXI, ¿dónde estás?». Y esto me hace pensar también en otra pregunta: «Tú, Dios, ¿dónde estás?». Cuando el hombre se encuentra a sí mismo, busca a Dios. Quizá no logre encontrarlo, pero va por un camino de honradez, buscando la verdad, por un camino de bondad y un camino de belleza. Para mí, una persona joven que ama la verdad y la busca, ama la bondad y es buena, es una persona buena, y busca y ama la belleza, está en un buen camino y seguramente encontrará a Dios. Antes o después lo encontrará. Pero el camino es largo, y algunas personas no encuentran este camino en la vida. No lo encuentran de manera consciente. Pero son tan verdaderos y tan honrados consigo mismos, tan buenos y tan amantes de la belleza, que al final tienen una personalidad muy madura, capaz de un encuentro con Dios. Porque el encuentro con Dios es una gracia… Es un camino por recorrer… Cada uno debe encontrarlo personalmente. A Dios no se le encuentra por lo que dicen otros, ni se paga para encontrar a Dios. Es un camino personal, debemos encontrarlo así. No sé si he respondido a tu pregunta…
Todos somos humanos y cometemos errores. ¿Qué le han enseñado a usted sus errores?
Me he equivocado, me equivoco… Se dice en la Biblia, en el libro de la Sabiduría, que el hombre justo se equivoca siete veces al día… Para decir que todos nos equivocamos… Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, porque no aprende enseguida de sus errores. Uno puede decir: «Yo no me he equivocado», pero no mejora; esto te lleva a la vanidad, a la soberbia, al orgullo… Pienso que los errores en mi vida han sido y son grandes maestros de vida. Grandes maestros: te enseñan mucho. También te humillan, porque uno puede sentirse un superhombre, una supermujer, y después te equivocas, y esto te humilla y te pone en tu lugar. No diría que he aprendido de todos mis errores; no, creo que de algunos no he aprendido, porque soy obstinado, y no es fácil aprender. Pero he aprendido de muchos errores, y esto me ha hecho bien. Y también reconocer los errores es importante: me he equivocado aquí, me he equivocado allá, me equivoco aquí… Y también hay que estar atento, para no caer en el mismo error, en el mismo pozo… Es bueno el diálogo con los propios errores, porque te enseñan; y la cosa importante es que te ayudan a ser más humilde, y la humildad hace mucho bien, mucho bien a la gente, a nosotros, nos hace mucho bien. No sé si esta era la respuesta…
La traductora. ¿Tiene un ejemplo concreto de cómo ha aprendido de un error? Ella (la muchacha que ha hecho la pregunta) se atreve a…
No, lo diré, lo escribí en un libro, es público. Por ejemplo, en la guía de la vida de la Iglesia. Fui nombrado superior muy joven, y, por ejemplo, cometí muchos errores de autoritarismo. A los 36 años era muy autoritario… Después aprendí que hay que dialogar, hay que oír lo que piensan los otros… Pero no se aprende de una vez para siempre, no. El camino es largo. Este es un ejemplo concreto. Aprendí de mi actitud algo autoritaria, como superior religioso, a encontrar un camino para no ser tan autoritario, o ser más… Pero, ¡todavía me sigo equivocando! ¿Está satisfecha?... ¿O quiere atreverse a otra cosa?
Una muchacha. Veo a Dios en los demás. ¿Usted dónde ve a Dios?
Trato —¡trato!— de encontrarlo en todas las circunstancias de la vida. Trato… Lo encuentro en la lectura de la Biblia, lo encuentro en la celebración de los sacramentos, en la oración, y también trato de encontrarlo en mi trabajo, en las personas, en las diferentes personas… Sobre todo, lo encuentro en los enfermos: los enfermos me hacen bien, porque, cuando estoy con un enfermo, me pregunto: ¿por qué él sí y yo no? Y lo encuentro con los presos: ¿por qué este está preso y yo no? Y hablo con Dios: «Cometes siempre una injusticia: ¿por qué a él y a mí no?». Y encuentro siempre a Dios en esto, pero siempre en diálogo. Me hace bien tratar de buscarlo durante toda la jornada. No logro hacerlo, pero trato de hacerlo, de estar en diálogo. Pero no logro hacerlo así: los santos lo hacían bien, yo aún no… Pero este es el camino.

Una muchacha. Como yo no creo en Dios, no logro comprender cómo reza usted o por qué reza. ¿Me puede explicar cómo reza en su condición de Pontífice, y por qué reza? Lo más concretamente posible…

Cómo rezo… Muchas veces tomo la Biblia, leo un poco, después la dejo, y dejo que el Señor me mire: esta es la idea más común de mi oración. Dejo que él me mire. Y siento —pero no es sentimentalismo—, siento profundamente las cosas que el Señor me dice. Algunas veces no habla…, nada, vacío, vacío, vacío… pero estoy pacientemente allí, y así rezo… Estoy sentado, rezo sentado, porque me hace mal arrodillarme, y algunas veces me adormezco en la oración… Y también es una manera de rezar, como un hijo con su Padre, y esto es importante: me siento hijo con el Padre. ¿Y por qué rezo? ¿«Porque» como causa o por qué personas rezo?
Ambas…

Rezo porque lo necesito. Esto lo siento, que me impulsa, como si Dios me llamara para hablar. La primera cosa. Y rezo por las personas, cuando encuentro personas que me conmueven porque están enfermas o tienen problemas, o hay problemas que… por ejemplo, la guerra... Esta mañana estuve con el nuncio en Siria, y me ha mostrado fotografías…, y estoy seguro que esta tarde rezaré por esto, por esa gente… Me ha mostrado fotografías de muertos de hambre, los huesos eran así… en este tiempo —esto no lo entiendo— en que tenemos lo necesario para dar de comer a todo el mundo, que haya gente que muere de hambre, para mí es terrible. Y esto me lleva a rezar, precisamente por esa gente.

Yo tengo algunos miedos. ¿Usted de qué tiene miedo?
¡De mí mismo! Miedo… Mira, en el Evangelio Jesús repite tanto: «No tengáis miedo. No tengáis miedo». Lo dice muchas veces. ¿Y por qué? Porque sabe que el miedo es algo —diría— normal. Tenemos miedo de la vida, tenemos miedo frente a los desafíos, tenemos miedo ante Dios… Todos tenemos miedo, todos. Tú no debes preocuparte de tener miedo. Debes sentir esto, pero no tengas miedo, y además piensa: «¿Por qué tengo miedo?». Y ante Dios y ante ti misma, trata de aclarar la situación o pedir ayuda a otro. El miedo no es buen consejero, porque te aconseja mal. Te impulsa hacia un camino que no es el correcto. Por eso Jesús repetía tanto: «No tengáis miedo. No tengáis miedo». Además, debemos conocernos a nosotros mismos, todos: cada uno debe conocerse a sí mismo y buscar donde está la zona en la que podemos equivocarnos más, y tener un poco de miedo de esa zona. Porque está el miedo malo y el miedo bueno. El miedo bueno es como la prudencia. Es una actitud prudente: «Mira, tú eres débil en esto, esto y esto, sé prudente y no caigas». El miedo malo es el que tú dices que te anula un poco, te aniquila. Te aniquila, no te deja hacer nada: este es malo, y es necesario rechazarlo.

La traductora. Ella (la muchacha) ha formulado esta pregunta porque en Bélgica, por ejemplo, a veces no es fácil hablar de la propia fe: para ella era un modo de hablar, porque muchos no creen, y ella ha dicho: «Quiero hacer esta pregunta, porque quiero tener la fuerza también de testimoniar…».
Claro, ahora entiendo la raíz de la pregunta. Testimoniar con sencillez. Porque si vas con tu fe como una bandera, como en las Cruzadas, y vas a hacer proselitismo, no funciona. El mejor camino es el testimonio, pero humilde: «Soy así», con humildad, sin triunfalismo. Este es otro pecado de nuestro tiempo, otra actitud mala, el triunfalismo. Jesús no fue triunfalista, y también la historia nos enseña a no ser triunfalistas, porque los grandes triunfalistas fueron derrotados. El testimonio: este es una clave, este interpela. Lo doy con humildad, sin hacer proselitismo. Lo ofrezco. Es así. Y esto no da miedo. No vas a las Cruzadas.

La traductora. Queda la última pregunta…

¿La última? Es la terrible, la última, siempre…
Nuestra última pregunta: ¿Usted tiene una pregunta para nosotros?

La pregunta que quiero haceros no es original. La tomo del Evangelio. Pero creo que después de haberos escuchado, quizá sea la pregunta justa para vosotros en este momento. ¿Dónde está tu tesoro? Esta es la pregunta. ¿Dónde descansa tu corazón? ¿En qué tesoro descansa tu corazón? Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu vida. El corazón está apegado al tesoro, a un tesoro que todos nosotros tenemos: el poder, el dinero, el orgullo, tantos…, o la bondad, la belleza, el deseo de hacer el bien… Puede haber tantos tesoros… ¿Dónde está tu tesoro? Esta es la pregunta que haré, pero la respuesta os la debéis dar a vosotros mismos, solos. En vuestra casa…
Le darán la respuesta en una carta…
Dénsela al obispo… Gracias. Gracias a vosotros, gracias. Y rezad por mí.

http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/march/documents/papa-francesco_20140331_intervista-giovani-belgio.html

lunes, 19 de mayo de 2014

A LOS OBISPOS DE MÉXICO: FRENTE A LA VIOLENCIA PROMOVER EL ENCUENTRO A TRAVÉS DEL DIÁLOGO Y LA PAZ

A LOS OBISPOS DE MÉXICO: FRENTE A LA VIOLENCIA PROMOVER EL ENCUENTRO A TRAVÉS DEL DIÁLOGO Y LA PAZ
Ciudad del Vaticano, 19 mayo 2014 (VIS).- El Papa Francisco ha recibido esta mañana a los obispos de la Conferencia Episcopal de México que en estos días han llevado a cabo su quinquenal visita ''ad Limina''. Al final del encuentro les ha entregado un discurso del que ofrecemos amplios extractos y en el que ha destacado que la fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo y sus necesidades.
Antes de entregarles el texto, el Obispo de Roma ha subrayado que, a pesar de los graves problemas que enfrentan, la Iglesia en México está consolidada sobre pilares muy fuertes y les ha instado a ser siempre fieles a la ''doble trascendencia'' : la primera en la oración con el Señor, y la segunda con la cercanía a su pueblo.
''En estos últimos años, la celebración del Bicentenario de la Independencia de México y del Centenario de la Revolución Mexicana -escribe- ha constituido una ocasión propicia para unir esfuerzos en favor de la paz social y de una convivencia justa, libre y democrática. A esto mismo los animó mi predecesor Benedicto XVI invitándolos a no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valientes y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro...En la actualidad, las múltiples violencias que afligen a la sociedad mexicana, particularmente a los jóvenes, constituyen un renovado llamamiento a promover este espíritu de concordia a través de la cultura del encuentro, del diálogo y de la paz. A los Pastores no compete, ciertamente, aportar soluciones técnicas o adoptar medidas políticas, que sobrepasan el ámbito pastoral; sin embargo, no pueden dejar de anunciar a todos la Buena Noticia: que Dios, en su misericordia, se ha hecho hombre y se ha hecho pobre y ha querido sufrir con quienes sufren, para salvarnos. La fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo en sus necesidades, ofreciendo desde dentro los valores del Evangelio''.
''Conozco vuestros desvelos por los más necesitados... los que trabajan en condiciones infrahumanas... los migrantes en busca de mejores condiciones de vida, los campesinos. Sé de vuestra preocupación por las víctimas del narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables, y del compromiso por la defensa de los derechos humanos y el desarrollo integral de la persona. Todo esto, que es expresión de la íntima conexión que existe entre el anuncio del Evangelio y la búsqueda del bien de los demás coopera, sin duda, a dar credibilidad a la Iglesia y relevancia a la voz de sus Pastores''.
''La misión de la Iglesia -subraya después- no puede prescindir de laicos... Los invito a que promuevan su responsabilidad secular y les ofrezcan una adecuada capacitación para hacer visible la dimensión pública de la fe. Para eso, la Doctrina social de la Iglesia es un valioso instrumento que puede ayudar a los cristianos en su diario afán por edificar un mundo más justo y solidario. De esta forma también se superarán las dificultades que surgen en la transmisión generacional de la fe cristiana. Los jóvenes verán con sus propios ojos testigos vivos de la fe, que encarnan realmente en su vida lo que profesan sus labios. Y, además, se irán generando espontáneamente nuevos procesos de evangelización de la cultura... En este sentido, el potencial de la piedad popular, que es el modo en que la fe recibida se encarnó en la cultura y se sigue transmitiendo constituye un imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más profunda.
La familia es ''célula básica de la sociedad y primer centro de evangelización". Los animo, pues, a intensificar la pastoral de la familia seguramente, el valor más querido en nuestros pueblos para que, frente a la cultura deshumanizadora de la muerte, se convierta en promotora de la cultura del respeto a la vida en todas sus fases, desde su concepción hasta su ocaso natural''.
Después de recordar a los prelados la importancia de su cercanía a los sacerdotes y consagrados, así como la atención que deben prestar a su formación y la atención por las futuras vocaciones, el Obispo de Roma recuerda con agrado que en sus planes pastorales, ''han asumido las indicaciones de Aparecida, de la que en estos días se cumple el 7º aniversario, destacando la importancia de la Misión continental permanente, que pone toda la pastoral de la Iglesia en clave misionera y nos pide a cada uno de nosotros crecer en parresía. Así -concluye- podremos dar testimonio de Cristo con la vida también entre los más alejados, y salir de nosotros mismos a trabajar con entusiasmo en la labor que nos ha sido confiada, manteniendo a la vez los brazos levantados en oración''.

martes, 13 de mayo de 2014

Revista Teológica Sapientia et Fidem suscribirte

Es una revista formada por teólogos que buscando la unidad de la Iglesia comparten temas que pueden ayudar al diálogo,
al estudio y el desarrollo de la teología actual.

Entre otros artículos: 


La Penitenciaria Apostólica ¿Cuándo y Cómo recurrir a ella?
Al ofrecer a los sacerdotes este documento sobre cuándo y cómo recurrir, cuando algún penitente en el sacramento de la penitencia, confiesa que ha cometido un pecado que lleva aneja una pena latae sententiae reservada a la Sede Apostólica. Las más de las veces no se sabe que hacer y comúnmente se envía al  Penitenciario si lo hubiera en la Diócesis o el sacerdote designado por el Obispo en este carácter de Penitenciario para resolver estos asunto. (...)

La santidad: semejanza en la diferencia
La santidad pertenece a Dios y solamente a Dios. Tal es la afirmación que encontramos ya en la Escritura Hebrea: “Yo, YHWH, soy Santo”. Kadosh, la palabra hebrea que hemos traducido por “santo”, significa “separado, diferente”, el sentido de la separación de Dios no es la lejanía, sino el ser totalmente Otro, diverso a lo humano. (...)

Proselitismo Religioso 
La declaración conciliar “Dignitatis humanae” presenta dos principios fundamentales, que están a la base de toda relación con gente de otras creencias religiosas:
-Libertad de conciencia: Todos los seres humanos tienen el derecho y el deber de buscar la verdad según sus propias capacidades. Nadie tiene derecho a imponer a otro una determinada creencia religiosa.
 -Libertad religiosa: Todo ser humano tiene derecho a profesar públicamente su fe; ninguna autoridad tiene derecho a impedírselo.

Del Kérygma a la Didache
La enseñanza cristiana toma toda su forma de la tradición apostólica, de hecho la acción de anunciar el evangelio es un apostolado, un mandato, una misión, y por tanto, acción de difusión del mensaje de la salvación. Durante el desarrollo de los primeros siglos del cristianismo la enseñanza de la fe tomó todos los elementos del mensaje evangélico y generó otras fórmulas de comunicación.

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Historia de la Iglesia, etc.

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lunes, 12 de mayo de 2014

Las Horas - CEO

El tiempo es algo por lo que muchas personas se preocupan, generando dinámicas complejas sobre las cuales quieren comprender el paso del tiempo, en algunos casos por vanidad, en otros casos por una meta establecida como puede ser una carrera o un proyecto.
Puede generarse tal preocupación por el tiempo que se dan casos de que se olvidan del presente por tener la atención en un futuro incierto y que se busca mediante predicciones encontrar respuestas que lejos de generar la virtud de la esperanza, nos aleja de ella.
Otro elemento importante del tiempo está en la comprensión de lo que vivimos y hacemos, dicho de otra forma, en qué nos ocupamos, que hacemos en nuestro tiempo.
Se habla el tiempo libre, de saber administra el tiempo, en todos los aspectos de nuestra vida, pero hace un tiempo en una reunión con un señor Obispo comentaba sobre la cantidad de horas que un católico promedio tiene en su formación durante toda su vida.
El cálculo fue realizado tomando en cuenta con las actividades académicas que tiene un católico en su vida, las horas que se prepara para recibir los sacramentos es quizás para muchos, la única fuente de donde toman su preparación para toda la vida.
En México particularmente, como en algunos otros países el curso de formación para la comunión es de un año, pero en realidad hablamos de 52 fines de semana, y mas concretamente solo 2 horas por semana, es decir 104 horas en un año de formación para recibir la 1° comunión.
Si a esto le agregamos la preparación para el matrimonio, cuando se va a ser padrino de bautizo, nos da un total aproximado de 180 horas.
Pero si pensamos que un año tiene 8760, y que la tasa de mortalidad ha aumentado a más de 75 años, la cantidad de horas puede ser exorbitante y más si comparativamente lo vemos con las 180 horas promedio de un católico en toda su vida.
¿Qué bases tenemos para responder a nuestra fe? ¿Qué formación tenemos para responder al mundo de hoy?
Por esta razón podemos darnos cuenta lo débiles que somos ante cualquier idea que suene “bonita”, y terminamos en ideas que nos alejan de nuestra fe, que nos dividen, nos hacen complicar nuestra dignidad, felicidad, y todas y cada una de las virtudes.
Muchas ideas “bonitas” pueden ir contra verdades profundas de nuestra fe, contra la esperanza y contra la caridad, y que lamentablemente se han popularizado en el mundo actual. Citaba en una revista teológica un artículo que nombre “el gran enemigo de los hombres y de Dios” que el relativismo es el gran enemigo de la humanidad, entre otros, y que los últimos 5 Papas de la Iglesia hay hablado fuertemente.
Muchos de los conflictos que vive el mundo actual han sido denunciados por los Papas, y en gran parte es por tener una formación breve, y lamentablemente corta.
Cuando se trata de prepararnos, buscamos el resumen, el recurso breve, lo más sencillo, y de ahí que escuchemos cualquier cantidad de ideas muy relativas que justifican una supuesta libertad de conciencia, pero que solo refleja desconocimiento de la fe y de la Iglesia.
Ideas como “cuando mi hijo crezca que él decida si quiere hacer su 1° comunión, o no”, es como decirlo en otras palabras “cuando mi hijo crezca que me diga qué quiere comer y qué no”, por absurda que parezca la comparación, pero así como alimentamos el cuerpo para que se conserve la salud física, de la misma manera debemos de preocuparnos por el alimento espiritual, más aun, cuando se lleva a un bebe a bautizar, se le pregunta a los papas y padrinos si están dispuestos a educar en la fe a su hijo, a lo que responden que sí, para que tiempo después se olvide ese compromiso que no se hizo con el sacerdote, sino con Dios y con el pequeño que tanto papás y padrinos buscarán darle el mejor alimento, físico y espiritual.
¿Qué elementos nutren nuestra vida? ¿En qué está fundamentada? Dudas, temores, confusiones, supersticiones, que lejos de alimentarnos nos desnutren espiritualmente.
Si pudiéramos ver cómo está alimentada nuestra vida espiritual, ¿Cómo se vería? ¿Desnutrida o sobre alimentada?
Podemos encontrar a alguien que este desnutrido pero tenga problemas de obesidad, por solo alimentarse de cierto tipo de alimento que lo hace aumentar su volumen y peso, pero que no lo alimenta, lo mismo en lo espiritual, podemos hacer muchas actividades que parecieran nos alimentan, pero sólo exteriormente y no nutren de fondo nuestra vida espiritual.
¿Cuántas horas le dedicas a tu formación académica? Muchos pueden decir, “de ella depende mi vida”, y es cierto, pero de tu preparación espiritual depende no solo esta vida, sino la vida eterna.
En el Evangelio de San Juan casi al final, en lo que se conoce como discursos de despedida, Jesús deja muy claro este tema: “Jesús les dijo: En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.” (Jn. 21, 53-56)
Alimentarte es formarte, conocer a Dios, acercarte con fe, con esperanza y con caridad a la Iglesia, preparándote para ser un cristiano bien alimentado, bien formado, y que podamos responder a lo que Dios quiere de cada uno, ser hijo de él y hermanos de todos los que nos rodean.
http://www.golgotaonline.com/index.php?option=com_content&view=article&id=928&Itemid=170

PABLO VI SERÁ BEATIFICADO EL PRÓXIMO 19 DE OCTUBRE



Ciudad del Vaticano, 10 mayo 2014 (VIS).-El Santo Padre recibió ayer en audiencia al cardenal Angelo Amato, S.D.B., Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y, en el curso de la audiencia, autorizó la promulgación de los siguientes decretos:
MILAGROS
-Un milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Pablo VI ( en el siglo Giovanni Montini), (1897-1978), italiano, Sumo Pontífice.
-Un milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Luigi Caburlotto, (1817-1897), italiano, sacerdote diocesano y fundador del Instituto de las Hijas de San José .
VIRTUDES HEROICAS
-Siervo de Dios Giacomo Abbondo (1720-1788), italiano, sacerdote diocesano.
-Siervo de Dios Jacinto Alegre Pujals (1874-1930), español, sacerdote profeso de la Compañía de Jesús.
-Sierva de Dios Caroline Barbe Colchen Carré de Malberg (1829-1891), francesa, madre de familia y fundadora de la Sociedad de las Hijas de San Francisco de Sales.
En la misma audiencia el Santo Padre ha autorizado a la Congregación para las Causas de los Santos a comunicar que el rito de beatificación del Venerable Siervo de Dios Pablo VI tendrá lugar en el Vaticano el 19 de octubre de 2014

domingo, 11 de mayo de 2014

Cursos a la medida Universidad Pontificia de México

CURSOS A LA MEDIDA
 

LOS CURSOS QUE OFRECEMOS PUEDEN SER LLEVADOS A CUALQUIER PARTE DE LA REPÚBLICA MEXICANA EN LOS HORARIOS Y FECHAS CONVENIENTE PARA LOS INTERESADOS (Sacerdotes, religiosos, movimientos y asociaciones católicas, colegios, laicos)

SE NECESITAN EL MÍNIMO DE 15 ALUMNOS

Informes:
Extensión Universitaria: extension@pontificia.edu.mx
Lic. Marlui Paola León Niño. Tel. 55 73 06 00 ext. 331
Lic. Rubén Vázquez Meléndez. Tel. 55 73 06 00 ext. 327


LOS CURSOS QUE OFRECEMOS PUEDEN SER LLEVADOS A CUALQUIER PARTE DE LA REPÚBLICA MEXICANA EN LOS HORARIOS Y FECHAS CONVENIENTE PARA LOS INTERESADOS
 
 
Diplomado Filosófico-Teológico Básico
Diplomado en Teología Bíblica
Diplomado en Teología Dogmática
Diplomado en Teología Moral
Diplomado en Liturgia
Diplomado de Espiritual y Mística
Diplomado en Teología Pastoral
Diplomado en Pastoral Catequética
Diplomado en Pastoral del matrimonio y la Familia
Diplomado en Pastoral Juvenil
Diplomado en Pastoral Educativa
Diplomado en Tanatología
Diplomado en Desarrollo humano
Diplomado en Derecho Matrimonial y Administrativo
Diplomado en Derecho Parroquial Canónico
Diplomado de Filosofía
Diplomado en Bioética
Derecho Canónico
Diplomado en Actualización Teológica
Diplomado en Actualización Filosófica
Curso de Nulidad procesal matrimonial
Diplomado en Ciencias Religiosas
Curso de Ética de la praxis cotidiana
Curso de Filosofía para no filósofos
Curso de Cristología
Curso de Mariología y Guadalupanismo
Curso de Historia de la Iglesia
Curso sobre Religiones del Mundo
Taller de Doctrina Social Cristiana
Curso de Formación de Catequistas
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sábado, 3 de mayo de 2014

Santa Cruz, redimiste al mundo

Santa Cruz

Para nuestra fe, la Cruz tiene un sentido profundo de entrega, contrario a lo que nuestros hermanos separados quieren explicar sobre ella.

Si bien es cierto en algún momento de la historia fue un instrumento de muerte y dolor, en Cristo toma un sentido nuevo y diferente, al realizarse en ella la entrega por amor.

El acto realizado por Cristo en la Cruz se llama redención, es decir, pagar en el lugar de otro. No es el sentido de pagar una fianza y salga libre el acusado.

El acto de redención es ponerse en el lugar del otro y cumplir la condena.

El pueblo de Israel tenía un rito en el que se ocupaba dos chivos, uno era sacrificado y el otro era llevado al desierto cargando todos los pecados para que fueran purificadas  sus faltas (Cfr. Lev. 16:8, 10, 26).  De ahí el uso coloquial del “chivo expiatorio” entendido como culpar a otro.

Este acto realizado por Cristo tomará sentido profundamente en la Cruz, en la que se realiza el sacrificio más grande realizado por la humanidad.

La cruz es el lugar, que en el sentido más genuino de la palabra  es sacrificarse, y que significa; santificar o santificarse; y no como coloquialmente se ha deformado con la idea de causarse daño.

Cuando un cristiano comprende el sentido de la cruz, ve en ella no un lugar de muerte, sino de redención, y al mismo tiempo miramos en ella el camino que debemos de seguir para santificarnos, no de triunfalismos, ni de egos engrandecidos, si no de humildad, de entrega y generosidad.

Mirar una cruz, tener una, nos debe recordar ese sacrificio realizado por Cristo por la humanidad, como lo explica el Catecismo de la Iglesia “La tradición cristiana ve un anuncio del "nuevo Adán" que, por su "obediencia hasta la muerte en la Cruz" (Filp. 2,8) repara con sobreabundancia la desobediencia de Adán”.  (CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA 411)

"Mientras que Cristo, santo, inocente, sin mancha, no conoció el pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación y busca sin cesar la conversión y la renovación". Todos los miembros de la Iglesia, incluso sus ministros, deben reconocerse pecadores.  ( CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA 827)

Muchos han querido generar mitos sobre la Cruz del Señor, incluso convertirla en mercancía pretendiendo tener una reliquia de ella, cosa que es innecesaria, ya que el sacrificio de Cristo se actualiza en la Eucaristía cada que un sacerdote la celebra.  

El reto del cristiano esta justamente en tener presente la cruz como camino de salvación, certeza de resurrección, saberse poner en el lugar del otro, reconociendo lo Él hizo por nosotros.

Carlos Escorza

Teologo