Anticonceptivos ¿por qué si y por qué no?

La paternidad responsable o la regulación de la natalidad.


Uno de los temas que más suenan en la actualidad la regulación de la natalidad, el uso de los anticonceptivos y el aborto.

El conflicto se da en cuántos y cuándo tener hijos, respuesta que la Iglesia inicio su dialogo en 1968 con el Papa Paulo VI y su famosísima encíclica “Humane Vitae” (la vida humana).

El tema central es la paternidad responsable, ante las ideas que se daban en el mundo actual de cuántos hijos tener, o la mal entendida idea de tener los hijos que Dios te mande y un sinfín de temas relacionados a esta cuestión.

Al hablar de paternidad, no solo nos referimos al acto del cuidado y manutención de los hijos, aunque si hay un intima relación con el cuándo y cómo tenerlos.

Entramos en un tema que tiene que ver directamente con la sexualidad y el vivir en pareja, el compromiso conyugal que se da en el encuentro de dos personas y que el fruto de este amor, se genera vida.

Al tocar el tema de la sexualidad humana, debemos reconocer que partimos del vinculo afectivo que dos personas se expresan llevándolos a un compromiso consiente, congruente y real.
El conocimiento mutuo y personal de todas las dimensiones humanas serán el factor determinante de vivir en pareja, dicho de otra manera, el autoconocimiento y la capacidad de compartir con nuestra pareja será un garante de vida conyugal, algunos términos para responder a esta dinámica es la de consortes, que quiere decir, con la misma suerte, ambos compartiendo y viviendo una misma dinámica de vida, compromiso, haciéndolos vivir una afectividad que propondrá el crecimiento y la madurez de pareja.

Al hablar de conocimiento personal, hablamos en este tema de la comprensión de la sexualidad, los elementos que la constituyen y hacen, nos caracterizan y definen, que se dan desde el reconocimiento de los elementales ciclos de fertilidad masculina y femenina, algunas circunstancias que se dan, vivencia y compromiso de reconocer en nuestro compañero o compañera necesidades y momentos que los hacen vivir, responder y comprometerse.

Un punto importante de toda la dinámica de pareja es el compromiso, sin el cual es fácilmente caer en posturas que dividen, fragmentan,  y que lamentablemente son muy comunes como el utilitarismo o el pragmatismo.

Estas dos situaciones son los grandes enemigos del compromiso y del amor conyugal, además de afectar otros aspectos de la vida, dignidad y desarrollo del hombre.

Cuando se establece un conocimiento mutuo de todas las realidades y como ya decía de la sexualidad, también debemos reconocer elementos culturales, intelectuales, académicos y tabúes que giran en torno a la  sexualidad y que esto  puede condicionar o mal interpretar, la dignidad de la persona.

La Iglesia reconociendo estas realidades propone que el compromiso sea un factor determinante, sabemos de la fragilidad humana, por lo que el noviazgo es, este proceso donde ambos comparten, reconocen y establecen vínculos que en medida de la honestidad apoyaran al desarrollo y compromiso.


Perder de vista esto, y solo guiarse por elementos externos, influencias socioculturales, pueden complicar y dañar a la persona, que es por la que la Iglesia vela, templos vivos del Espíritu Santo.

Una dinámica presente en el mundo actual es el utilitarismo, que ya mencionaba, y responde al cuestionamiento “mientras me sea útil….”  Que no necesariamente expresamos de esta manera, pero si planteamos en nuestras relaciones humanas; para darnos cuenta de esto, podemos preguntarnos qué cosas, argumentos o situaciones  conozco y toco con los que me rodean, que nivel de comunicación establezco con los que me rodean, con los que  mantengo una relación afectiva.

Solo usamos y responden a una necesidad afectiva, emocional, económica y  material, o se da reconocen valores y  circunstancias que a partir de ellas establezco un vinculo más profundo. Cuando ignoramos lo que es la persona, sus intereses, proyectos, valores, y demás elementos que nos conforman es fácilmente caer en esta práctica tan común de utilizar.

El pragmatismo es similar, pero la idea fundamental es “lo que sea más práctico para…” y que lamentablemente es muy común, que quiero ahora, ahorita, en este momento, y lo busco, lo genero y soluciono, respondiendo a necesidades, no a compromisos, convirtiendo al otro en objeto que soluciona o satisface mi necesidad, sin importarme si hago con esa persona. Justificaciones hay muchas pero el fondo es el  mismo, la falta de compromiso por la otra persona, solo resuelvo desde mi egoísmo, satisfacción, o en el otro extremo común, la autosuficiencia que es tan nociva, que hace solo caer en una dinámica de pérdida de sentido y vinculo con el otro, donación, entrega, compromiso al final de cuentas.

Antes estos dos enemigos de la persona humana se enfrentan la paternidad responsable y el amor conyugal, razón por la cual la Iglesia es clara, contundente, no conviertas en objeto al sujeto, no conviertas a la persona en un objeto que solo usas para tu beneficio personal.

El conocimiento mutuo y personal de nuestra sexualidad y la comunicación, serán elementos que fundamenten y fortifiquen la vida de pareja, ignorar esto es caminar con los ojos tapados, rebotando en relaciones de pareja, esperando un día atinarle al premio mayor de la vida conyugal.

Cuando hay comunicación y conocimiento, se da la comprensión el respeto, la ayuda mutua, el crecimiento individual y de pareja, al reconocer limites y establecer puntos de contacto y de unión, reconocer en cada uno las etapas, circunstancias y elementos que nos hacen ser y hacer, para que así se de la donación, entrega y compromiso conyugal que en consecuencia será la generación de nueva vida, fruto del amor y ejercicio de la paternidad responsable.   

Por lo que el uso de un método anticonceptivo que en pareja se establezca como medio de comunicación y compromiso, la Iglesia propone los métodos naturales que principalmente buscan el conocimiento pleno, consiente, congruente a la dignidad de la persona, y también reconoce  que cuando por fines terapéuticos sean necesarios los métodos químicos deberán de darse mediante una plena comunicación, y claridad de lo que se vive como pareja.

Sabemos que el uso de métodos anticonceptivos químicos, genera como efecto secundario trastornos en la salud afectando a la larga otras dimensiones que no solo tienen que ver con la reproducción sino con la vida misma. De ahí el cuidado y control médico para el uso de dichos fármacos.

La Iglesia siempre velara por la vida humana, por la dignidad en todos y cada unos de los momentos en que se da la vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
Antes de la concepción y después de la muerte, Dios padre, fuente y fin del amor.

            Por lo que la respuesta ante los anticonceptivos es clara, se deben presentar en la vida humana, cuando ambos reconocen en sí mismos y en el otro la dignidad, el compromiso y la responsabilidad de la unión, que el administrar preservativos a jóvenes que no son capaces de asumir un compromiso es un acto irresponsable de quienes los den.

            La sexualidad humana es un Don de Dios, que debe ser reconocida en todas sus dimensiones, conocimiento, compartir, placer, amor, y fidelidad, olvidar alguno de estos puntos que hacen nuestras sexualidad y la dignifican, es fácil caer en el utilitarismo o pragmatismo.

            Perder de vista el compromiso que implica esto, sería caer con facilidad en la lujuria y la fornicación, que en ambos casos se resumen en sexo sin amor, sin vínculo, sin compromiso, sin la donación y compromiso, responsabilidad y congruencia.

            No satanicemos nuestra sexualidad, que en muchas ocasiones es reflejo de minimizar a la persona y valorarla solo por su sexualidad, el otro extremos es el uso desenfrenado de la misma, sin consideración, sin sentido y por obvias razones sin respeto, ni compromiso.

            Humane Vitae surge hace casi 50 años, una Encíclica progresista para su época y que urge ser reconocida, comentada y compartida por todos. Así como Pablo VI, Juan Pablo II  retomara la dignidad de la persona, dando valor a la dignidad de la mujer, su papel y realidad en el mundo. (Dignitatis Mulieris, sobre la dignidad y valor de la Mujer, y la Teología del Cuerpo, que toca la dimensión conyugal y  humana, que se vincula en nuestra relación y compromiso, Familiaris Consortio, sobre la misión de la Familia, en la sociedad  y el mundo actual, entre otros documentos)

            Vivir nuestra vida en todas sus aéreas afectivas, espirituales e intelectuales, es deber de todos, de tomar las riendas de mi persona, conocerme, aceptarme para comprometerme conmigo y con quien sea mi compañero de vida.

            Pensar que Dios elige por mí, seria incluso una peligrosa dinámica de vida, una falta de responsabilidad e inconsciencia de nuestra libertad dada por Dios, estamos llamados a la vivir desde nuestra libertad y responsabilidad a ser congruentes, y comprometidos con nuestra vida, como lo que somos, hijos de Dios.

Carlos Escorza O
Teólogo

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