El tiempo es algo por lo que muchas personas se preocupan, generando dinámicas complejas sobre las cuales quieren comprender el paso del tiempo, en algunos casos por vanidad, en otros casos por una meta establecida como puede ser una carrera o un proyecto.
Puede generarse tal preocupación por el tiempo que se dan casos de que se olvidan del presente por tener la atención en un futuro incierto y que se busca mediante predicciones encontrar respuestas que lejos de generar la virtud de la esperanza, nos aleja de ella.
Otro elemento importante del tiempo está en la comprensión de lo que vivimos y hacemos, dicho de otra forma, en qué nos ocupamos, que hacemos en nuestro tiempo.
Se habla el tiempo libre, de saber administra el tiempo, en todos los aspectos de nuestra vida, pero hace un tiempo en una reunión con un señor Obispo comentaba sobre la cantidad de horas que un católico promedio tiene en su formación durante toda su vida.
El cálculo fue realizado tomando en cuenta con las actividades académicas que tiene un católico en su vida, las horas que se prepara para recibir los sacramentos es quizás para muchos, la única fuente de donde toman su preparación para toda la vida.
En México particularmente, como en algunos otros países el curso de formación para la comunión es de un año, pero en realidad hablamos de 52 fines de semana, y mas concretamente solo 2 horas por semana, es decir 104 horas en un año de formación para recibir la 1° comunión.
Si a esto le agregamos la preparación para el matrimonio, cuando se va a ser padrino de bautizo, nos da un total aproximado de 180 horas.
Pero si pensamos que un año tiene 8760, y que la tasa de mortalidad ha aumentado a más de 75 años, la cantidad de horas puede ser exorbitante y más si comparativamente lo vemos con las 180 horas promedio de un católico en toda su vida.
¿Qué bases tenemos para responder a nuestra fe? ¿Qué formación tenemos para responder al mundo de hoy?
Por esta razón podemos darnos cuenta lo débiles que somos ante cualquier idea que suene “bonita”, y terminamos en ideas que nos alejan de nuestra fe, que nos dividen, nos hacen complicar nuestra dignidad, felicidad, y todas y cada una de las virtudes.
Muchas ideas “bonitas” pueden ir contra verdades profundas de nuestra fe, contra la esperanza y contra la caridad, y que lamentablemente se han popularizado en el mundo actual. Citaba en una revista teológica un artículo que nombre “el gran enemigo de los hombres y de Dios” que el relativismo es el gran enemigo de la humanidad, entre otros, y que los últimos 5 Papas de la Iglesia hay hablado fuertemente.
Muchos de los conflictos que vive el mundo actual han sido denunciados por los Papas, y en gran parte es por tener una formación breve, y lamentablemente corta.
Cuando se trata de prepararnos, buscamos el resumen, el recurso breve, lo más sencillo, y de ahí que escuchemos cualquier cantidad de ideas muy relativas que justifican una supuesta libertad de conciencia, pero que solo refleja desconocimiento de la fe y de la Iglesia.
Ideas como “cuando mi hijo crezca que él decida si quiere hacer su 1° comunión, o no”, es como decirlo en otras palabras “cuando mi hijo crezca que me diga qué quiere comer y qué no”, por absurda que parezca la comparación, pero así como alimentamos el cuerpo para que se conserve la salud física, de la misma manera debemos de preocuparnos por el alimento espiritual, más aun, cuando se lleva a un bebe a bautizar, se le pregunta a los papas y padrinos si están dispuestos a educar en la fe a su hijo, a lo que responden que sí, para que tiempo después se olvide ese compromiso que no se hizo con el sacerdote, sino con Dios y con el pequeño que tanto papás y padrinos buscarán darle el mejor alimento, físico y espiritual.
¿Qué elementos nutren nuestra vida? ¿En qué está fundamentada? Dudas, temores, confusiones, supersticiones, que lejos de alimentarnos nos desnutren espiritualmente.
Si pudiéramos ver cómo está alimentada nuestra vida espiritual, ¿Cómo se vería? ¿Desnutrida o sobre alimentada?
Podemos encontrar a alguien que este desnutrido pero tenga problemas de obesidad, por solo alimentarse de cierto tipo de alimento que lo hace aumentar su volumen y peso, pero que no lo alimenta, lo mismo en lo espiritual, podemos hacer muchas actividades que parecieran nos alimentan, pero sólo exteriormente y no nutren de fondo nuestra vida espiritual.
¿Cuántas horas le dedicas a tu formación académica? Muchos pueden decir, “de ella depende mi vida”, y es cierto, pero de tu preparación espiritual depende no solo esta vida, sino la vida eterna.
En el Evangelio de San Juan casi al final, en lo que se conoce como discursos de despedida, Jesús deja muy claro este tema: “Jesús les dijo: En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.” (Jn. 21, 53-56)
Alimentarte es formarte, conocer a Dios, acercarte con fe, con esperanza y con caridad a la Iglesia, preparándote para ser un cristiano bien alimentado, bien formado, y que podamos responder a lo que Dios quiere de cada uno, ser hijo de él y hermanos de todos los que nos rodean.
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