lunes, 31 de marzo de 2014

“CREER EN MÉXICO” Encuesta Nacional de Cultura y Práctica Religiosa

La Iglesia Católica es, después de la Marina y el Ejército, la tercera institución con mayor confianza.
El 65% de los mexicanos son muy felices en general y el 62% de los católicos se considera muy feliz con su religión.
México, D.F., a 2 de diciembre de 2013.- El día de hoy, el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) presentó los primeros resultados de “CREER EN MÉXICO” Encuesta Nacional de Cultura y Práctica Religiosa, la primera de su tipo que se realiza en América Latina.
Se trata, afirmó la Dra. María Luisa Aspe Armella, Presidenta del IMDOSOC, de una herramienta sociológica de información, amplia y confiable (±1.49% de margen de error y 95% de confianza) que permite conocer el sentir de los mexicanos con respecto a sus hábitos religiosos y compromiso social; útil para aquellos sectores e instituciones de la sociedad que se mencionan en la propia encuesta, que se ven reflejados en las respuestas de los mexicanos o cualquier persona interesada en el tema.
A continuación los primeros resultados:
Sobre el capital social y la participación de los mexicanos, la encuesta reveló que el 94% de los mexicanos no participa en ninguna organización social, ni de medioambiente, de asistencia o caridad, grupo de vecinos o condóminos, de padres de familia, grupo de la iglesia; sin embargo,  el  5% que sí participa, en su mayoría, lo hace en un grupo de la iglesia (34%) y lo hacen, principalmente, dedicando horas de su tiempo.
En relación a la pregunta que corresponde a la participación en alguna acción social, el 39% de los encuestados mencionó que en alguna ocasión se han detenido a ayudar a alguna persona que estaba teniendo un problema, un 28% dijo haber hecho donaciones en caso de desastres naturales en tanto que un 15% colabora en obras comunitarias como pintar banquetas.
Los resultados también revelaron que el 65% de los mexicanos son muy felices, un 32% dijo estar más o menos feliz y un 2% manifestó no estar nada feliz.
Al ser cuestionados sobre qué tan felices son con su religión, el dato muestra que el 62% de los católicos declararon ser muy felices con su religión.
En México, el 86% de la población dijo practicar alguna religión y 8 de cada 10 se considera católico.
El 37% considera que la Iglesia ayuda a resolver problemas sociales como apoyo a la gente pobre, ayuda al prójimo, drogadicción, delincuencia, inseguridad, violencia, unión de comunidades y promoción de una cultura de la paz.
Al preguntar sobre la creencia en Dios, el 90% de los mexicanos contestó que sí cree mientras que un 9% expresó no creer y el 1% no sabe.
El estudio da a conocer que los mexicanos confían más en las religiosas de vida apostólica y contemplativa que en otros miembros de la Iglesia, y las asocian, de manera positiva, a temas como el respeto a los derechos humanos, al éxito pastoral, la honestidad, tolerancia y solidaridad, disciplina, orden y transparencia, entre otros temas sociales de gran importancia.
Es de llamar la atención que mientras el 90% dice creer en Dios, sólo el 39% ha realizado una acción concreta en beneficio de alguna persona que no es su familiar y el 5% participa de manera organizada en la sociedad, lo que nos habla de que la acción social  no es constitutiva de su fe.
Finalmente, cabe destacar que para la práctica de la religión entre los católicos, quien más ha influido es la familia y los amigos con un 63%.








IMDOSOC es  una institución de laicos católicos,  con espíritu ecuménico,  en diálogo con las culturas; cuya misión es contribuir a formar la conciencia personal y social, para construir una realidad social justa a la luz del Evangelio y a través de la investigación, la enseñanza  y la difusión del pensamiento social cristiano.
fuente: http://www.imdosoc.org/index.php/sala-de-prensa/comunicados-de-prensa/560-creer-en-mexico-encuesta-nacional-de-cultura-y-practica-religiosa


miércoles, 19 de marzo de 2014

San José, el Santo del Silencio

San José


Un hombre al que se le confía la salvación al tener a su cuidado a la sagrada familia, al custodiar la vida de Jesús y de la Virgen, desde el silencio, pocas palabras dice en el Evangelio, pero su participación en la salvación va mas allá de las palabras, está directamente ligado a la obediencia de la Voluntad de Dios.

Responde desde el silencio, trabaja, actúa, comprendiendo que el plan de Dios está por encima de sus propios planes.


Foto - CEO
Vitral- Parroquia en Encarnación de Díaz, Jalisco 

sábado, 8 de marzo de 2014

La obsesión laica por un nuevo Apocalipsis

Fragmento del Libro "En que creen los que no creen"
Valioso dialogo digno de leer 

La obsesión laica por un nuevo Apocalipsis
Umberto Eco

(…) No me detendré en cuestiones exegéticas que usted conoce mejor que yo, pero  quisiera recordar a los lectores que la idea del fin de los tiempos surgía de uno de  los pasajes más ambiguos del texto de San Juan, el capítulo 20. Éste deja entender el siguiente «escenario»: con la Encarnación y la Redención, Satanás fue  apresado, pero después de mil años regresará, y entonces será inevitable el choque  final entre las fuerzas del bien y las del mal, coronado por el regreso de Cristo y el  Juicio Universal. Es innegable que San Juan habla de mil años, pero ya algunos  Padres de la Iglesia habían escrito que mil años son para el Señor un día, o un día,  mil años, y que por lo tanto no había que tomar las cuentas al pie de la letra; en  San Agustín la lectura del fragmento adquiere un significado «espiritual». Tanto el milenio como la Ciudad de Dios no son acontecimientos históricos, sino más bien  místicos, y el Armageddon no es de esta tierra; evidentemente, no se niega que la historia pueda finalizar algún día, cuando Cristo descienda para juzgar a los vivos y a los muertos, pero lo que se pone en evidencia no es el fin de los siglos, sino su proceder, dominado por la idea reguladora (no por el plazo histórico) de la parusía.

Con ello, no sólo San Agustín, sino la patrística en su conjunto, dona al mundo la idea de la Historia como trayectoria hacia delante, idea extraña para el mundo pagano. Hasta Hegel y Marx son deudores de esta idea fundamental, como lo será Teilhard de Chardin. Fue el cristianismo el que inventó la historia, y es en efecto el moderno Anticristo quien la denuncia como enfermedad. El historicismo laico, si acaso, ha entendido esta historia como infinitamente perfectible, de modo que el mañana perfeccione el hoy, siempre y sin reservas, y en el curso de la historia misma Dios se vaya haciendo a sí mismo, por así decirlo, educándose y enriqueciéndose. Pero no es ésta la forma de pensar de todo el mundo laico, que de la historia ha sabido ver las regresiones y las locuras; en cualquier caso, se da una visión de la historia originalmente cristiana cada vez que este camino se recorre bajo el signo de la Esperanza. De modo que, aun siendo capaz de juzgar la historia y sus horrores, se es fundamentalmente cristiano tanto si se comparte el optimismo trágico de Mounier, como si, siguiendo a Gramsci, se habla del pesimismo de la razón y del optimismo de la voluntad.
Considero, pues, que hay un milenarismo desesperado cada vez que el fin de los tiempos se contempla como inevitable, y cualquier esperanza cede el sitio a una celebración del fin de la historia, o a la convocatoria del retorno a una tradición intemporal o arcaica, que ningún acto de voluntad y ninguna reflexión, no digo ya racional, sino razonable, podrá jamás enriquecer. De esto surge la herejía gnóstica (también en sus formas laicas), según la cual el mundo y la historia son el fruto de un error, y sólo algunos elegidos, destruyendo ambos, podrán redimir al propio Dios.
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Carlo María Martini

Usted me propone el problema de la esperanza y, en consecuencia, el del futuro del hombre, a las puertas del segundo milenio. Ha evocado usted esas imágenes apocalípticas que al parecer hicieron temblar a las multitudes hacia finales del primer milenio. Aunque todo ello no sea verdad, como se dice, è ben trovato, porque el miedo al futuro existe, los milenarismos se han reproducido constantemente a lo largo de los siglos, sea en forma de sectas, sea en la de esos quiliasmos implícitos que dan vida, en lo más profundo, a los grandes movimientos utópicos. Hoy en día, además, las amenazas ecológicas han ido sustituyendo a las fantasías del pasado, y su carácter científico las hace todavía más espantosas.

¿Y qué es lo que el Apocalipsis, el último de los libros que componen el Nuevo Testamento, tiene que ver con todo ello? ¿Se puede definir realmente este libro como un depósito de imágenes de terror que evocan un fin trágico e irremisible? Pese a las semejanzas de tantas páginas del llamado Apocalipsis de San Juan con otros numerosos textos apocalípticos de aquellos siglos, su clave de lectura es distinta. Esta viene dada del contexto del Nuevo Testamento, en el que el libro en cuestión fue (no sin resistencias) admitido.

Intentaré explicarme mejor. En los Apocalipsis el tema predominante es, por lo general, la fuga del presente para refugiarse en un futuro que, tras haber desbaratado las estructuras actuales del mundo, instaure con fuerza un orden de valores definitivo, conforme a las esperanzas y deseos de quien escribe el libro. Tras la literatura apocalíptica se hallan grupos humanos oprimidos por graves sufrimientos religiosos, sociales y políticos, los cuales, no viendo salida alguna en la acción inmediata, se proyectan en la espera de un tiempo en el que las fuerzas cósmicas se abatan sobre la tierra para derrotar a todos sus enemigos. En este sentido, puede observarse que en todo apocalipsis hay una gran carga utópica y una gran reserva de esperanza, pero al mismo tiempo, una desolada resignación respecto al presente.
Ahora bien, tal vez sea posible hallar semejanzas de todo ello tras los documentos singulares que luego confluyeron en el actual libro del Apocalipsis, pero una vez que el libro se lee desde la perspectiva cristiana, a la luz de los Evangelios, cambia de acento y de sentido. Se convierte, no en la proyección de las frustraciones del presente, sino en la prolongación de la experiencia de la plenitud, en otras palabras, de la «salvación», llevada a cabo por la Iglesia primitiva. Ni hay ni habrá potencia humana o satánica que pueda oponerse a la esperanza del creyente.

Desde este punto de vista, estoy de acuerdo con usted cuando afirma que la idea del fin de los tiempos es hoy más propia del mundo laico que del cristiano.

El mundo cristiano, a su vez, no ha sido ajeno a pulsiones apocalípticas, que en parte se remitían a unos oscuros versículos del Apocalipsis, 20: «...dominó a la serpiente antigua y la encadenó por mil años... las almas de los que fueron decapitados... revivieron y reinaron con Cristo mil años». Hubo una corriente de la tradición antigua que interpretaba estos versículos a la letra, pero tales milenarismos literales nunca gozaron de excesivo crédito en la gran Iglesia. Ha prevalecido el sentido simbólico de estos pasajes, que interpreta ahí, como en otras páginas del Apocalipsis, una proyección extendida al futuro de esa victoria que los primeros cristianos sentían vivir en el presente gracias a su esperanza.

De esta manera, la historia ha sido vista siempre más claramente como un camino hacia una meta fuera de ésta, que no inmanente a ella. Esta perspectiva podría ser expresada mediante una triple convicción:

1. La historia posee un sentido, una dirección de marcha, no es un mero cúmulo de hechos absurdos y vanos.
2. Este sentido no es puramente inmanente sino que se proyecta más allá de ella, y por lo tanto no debe ser objeto de cálculo, sino de esperanza.
3. Esta perspectiva no agota, sino que solidifica el sentido de los acontecimientos contingentes: son el lugar ético en el que se decide el futuro metahistórico de la aventura humana.

Hasta aquí observo que hemos ido diciendo muchas cosas parecidas, aunque con acentos diversos y con referencias a fuentes distintas. Me complace esta consonancia sobre el «sentido» que tiene la historia y que permite que (cito sus propias palabras) «se puedan amar las realidades terrenas y creer —con caridad— que exista todavía lugar para la Esperanza». (…)
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¿En qué creen los que no creen?
Dialogo de Umberto Eco y Carlo María Martini

Italia 1996, Atlantide Editoriale S. p. A.

martes, 4 de marzo de 2014

Cuaresma 2014 guía domingo a domingo

Cuaresma 2014


La mejor manera de vivir la cuaresma es seguir las lecturas que la Iglesia nos propone en la liturgia.

Cada domingo, iniciando con el miércoles de ceniza, van dando pautas o ideas sólidas para tener un crecimiento en nuestra vida de fe.

La cuaresma nos recuerda momentos importantes en nuestra vida de fe, lo que vivió el pueblo de Israel al salir de Egipto hacia la tierra prometida, los 40 días que paso Jesús en el desierto, y para las primeras comunidades cristianas, se vivía en el proceso de conversión, viviendo la cuaresma, que se enmarcaba con la recepción del bautismo, poco a poco se fue estableciendo la dinámica que conocemos ahora.

La predicación de los apóstoles era suficiente para tener una experiencia de conversión y ser bautizados, con el tiempo se fueron estableciendo metodologías  que permitieran recibir una formación básica o catequesis y poder recibir los sacramentos de iniciación.

Este proceso iniciaba con el miércoles de ceniza,  haciendo penitencia durante estos días, usando ropa áspera y poniendo ceniza en la cabeza como señal de reconocimiento de la caducidad humana, de ahí que se diga al recibir la ceniza “polvo eres y en polvo te convertirás” o la otra formula que nos remite al ingreso próximo de catecumenado “arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Estos 40 días para la Iglesia servían para formar a los que querían ingresar, hasta ser bautizados en la Vigila Pascual, que es la celebración más importante de toda la Iglesia, una vez bautizados, tenían 50 días para comprometerse y recibir el sacramento de la confirmación.

En la actualidad, la liturgia de la Misa de la Vigilia Pascual, contempla el bautismo de catecúmenos y pequeños, que mueren al pecado al ser sumergidos y son renovados al salir, uniéndose a la Resurrección de Cristo, que celebramos esa misma noche, Cristo vence a la muerte y Resucita.

Este año tenemos la oportunidad de vivir la cuaresma, meditando con las lecturas dominicales sobre lo que Dios nos pide y debemos vivir como preparación a la Pascua.

El sentido penitencial de la cuaresma debe movernos a reflexionar sobre nuestras limitaciones humanas y la necesidad que tenemos de Dios, para poder fortalecer nuestra fe, tener una actitud de solo dejar de hacer cosas malas, es la mitad del proceso debemos vivir como Iglesia. La otra mitad es generar desde la experiencia de conversión una dinámica nueva que nos vincula con nuestra dignidad bautismal.

El Concilio Vaticano II nos dice: “Puesto que el tiempo cuaresmal prepara a los fieles, entregados más intensamente a oír la palabra de Dios y a la oración, para que celebran el misterio pascual, sobre todo mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y mediante la penitencia, dése particular relieve en la Liturgia y en la catequesis litúrgica al doble carácter de dicho tiempo. Por consiguiente:
a) Usense con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la Liturgia cuaresmal y, según las circunstancias, restáurense ciertos elementos de la tradición anterior.
b) Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. Y en cuanto a la catequesis, incúlquese a los fieles, junto con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que lo detesta en cuanto es ofensa de Dios; no se olvide tampoco la participación de la Iglesia en la acción penitencial y encarézcase la oración por los pecadores.” (S.C- n109, Vaticano II)

Los Evangelios de estos domingos nos ayudan a vivir y profundizar la fe:

1° domingo: Evangelio según San Mateo 4, 1-11


En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el  diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le contestó diciendo:
—Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice:
—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras.
Jesús le dijo:
—También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios.
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo:
—Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
—Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.

¿Cuáles son tus razones para vivir? ¿Tienes la fortaleza para vivir y alejarte de las tentaciones? ¿Cuáles son las tentaciones en tu vida?
Jesús vive las tentaciones, y nos muestra que en Dios encontramos la respuesta, ante la tentación tenemos que estar atentos, ya que se presenta de diferentes maneras y formas, puede presentarse desde la vanidad, egoísmo, soberbia, odio, rencor, y muchas otras formas que nos dañan y lastiman, pide a Dios la claridad para reconocer la tentación y vencerla.

2° domingo: Evangelio según San Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomo consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces tomó la palabra y dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
—Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y tocándolos les dijo:
—Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
—No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los  muertos.

La actitud de Pedro parece haber olvidado el anuncio de la pasión de Cristo anunciada previamente y las subsiguientes exigencias para los discípulos. Inundado de la felicidad que le ha proporcionado la contemplación de Cristo transfigurado Pedro parece estar cómodo.

Este pasaje complejo nos permite reflexionar sobre la dinámica que debemos tener los cristianos, al tener una experiencia profunda de Dios y activar en nosotros por la fuerza de Dios seguir avanzando en nuestras vidas.

Lo mismo que puede pasar al acomodarnos en cuestiones negativas, que no queremos dejar de hacer o que no las consideramos como malas o negativas, este tiempo de cuaresma debe movernos a renovar nuestra experiencia de Dios, pero no quedarnos detenidos, sino regresar y anunciar la Resurrección del Señor.

3° domingo: Evangelio según San Juan 4, 5-42


En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca del campo  que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial.
Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
—Dame de beber.
(Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida).
La Samaritana le dice:
-¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús le contesto:
-Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.
La mujer le dice:
-Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?
Jesús le contesta:
-El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
La mujer le dice:
—Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.
El le dice:
-Anda, llama a tu marido y vuelve.
La mujer le contesta:
-No tengo marido.
Jesús le dice:
—Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.
La mujer le dice:
—Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y  vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.
Jesús le dice:
-Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adoraran al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.
La mujer le dice:
-Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo.
Jesús le dice:
-Soy yo: el que habla contigo.
En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?»
La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
-Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será éste el Mesías?
Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.
Mientras tanto sus discípulos le insistían:
-Maestro, come.
El les dijo:
-Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis
Los discípulos comentaban entre ellos:
-¿Le habrá traído alguien de comer?:
Jesús les dijo:
-Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.
¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto:
Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador.
Con todo, tiene razón el proverbio «Uno siembra y otro siega.»
Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»
Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
-Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo

Este pasaje implica muchos momentos importantes, en el reconocimiento de Jesús que se presenta de la forma más sencilla, pidiendo de beber a una mujer, se revela, muestra el sentido de su ser, dar el verdadero alimento.

El punto central esta en la samaritana, que pertenece a comunidad que pertenecen a la comunidad judía, pero de segunda clase, por decirlo de alguna manera, y ahí en los alejados de Israel se presenta, se manifiesta y se abre un dialogo que nos invita a reconocerlo y encontrarlo en los alejados de Dios, ¿Quiénes son los alejados de la actualidad? ¿Dónde debo encontrarlo? En el que sufre, en los que por su debilidad se sienten lejos de Dios, ahí debemos de encontrarlo y acercarlos al pan verdadero, presentando a Jesús que es para todos, los que quieren acercarse y recibirlo en sus vidas.

4° domingo: Evangelio según San Juan 9, 1-41.

 En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento.
Y sus discípulos le preguntaron:
-Maestro, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?
Jesús contestó:
-Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
-Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
El fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
-¿No es ése el que se sentaba a pedir?
Unos decían:
-El mismo.
Otros decían:
-No es él, pero se le parece.
El respondía:
-Soy yo.
Y le preguntaban:
-¿Y cómo se te han abierto los ojos?
El contestó:
-Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.
Le preguntaron:
-¿Dónde está él?
Contestó:
-No sé.
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. (Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.) También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
El les contestó:
-Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.
Algunos de los fariseos comentaban:
-Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros replicaban:
-¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
-Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
El contestó:
-Que es un profeta.
Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: ¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron: Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos.
Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él.»
Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
-Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
Contestó él:
-Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo:
Le preguntan de nuevo:
-¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?
Les contestó:
-Os le he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos? Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
-Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés.
Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
-Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento, si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder. ]
Le replicaron:
-Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
-¿Crees tú en el Hijo del hombre?
El contestó:
-¿Y quién es, Señor, para que crea en él?
Jesús le dijo:
-Lo estás viendo: el que te está hablando ese es.
El dijo:
-Creo, Señor.
Y se postró ante él.
Dijo Jesús:
-Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos.
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: ¿También nosotros estamos ciegos?
Jesús les contestó: Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.

Este hermoso pasaje nos habla de un ciego, un hombre que nació así y quieren encontrar la razón, si fueron sus padres o él. Jesús se revela y dice “soy la luz del mundo, lo toca y lo envía a la piscina “el enviado” y se cura, puede ver, el sentido de la piscina (agua) y enviado (bautizados) nos invita a ser los medios de regenerar la vista en todos los que la han perdido, no solo de forma física, sino espiritual que es tan complicada y causa muchos daños.

¿Qué te impide ver con claridad? ¿Celos, envidias,  rencores? ¿Puedes ser como ese hombre y hacer lo que Jesús dice para recuperar la vista? Vivir tu sacramento del bautismo y ser enviado a los que más lo necesitan.
Ser cristiano es vivir congruentes con la fe, dando respuestas con nuestra vida de que Dios nos ama, nos salva y nos comprometemos haciendo el bien, no como condición, sino como la consecuencia de saber que Dios actúa.

Tenemos grandes retos por vivir esta cuaresma, la liturgia nos ayuda y fortalece, dando el alimento para alejarnos de las tentaciones (1° domingo), no sentirnos cómodos con lo que somos y hacemos (2° domingo),  encontrando a Jesús como la samaritana y estar dispuestos a alimentarnos del Pan de Vida (3° domingo), pedir claridad para no hacer daño, para vivir con Cristo como luz en mi vida (4° domingo).

Vivir intensamente la Cuaresma nos permitirá llegar fortalecidos a la Pascua del Señor.

Carlos Escorza Ortiz
Teólogo