domingo, 2 de marzo de 2014

Divorciados y vueltos a casar

Divorciados y vueltos a casar

Es lamentable ver como muchos toman por juego a los sacramentos, queriendo hacerlos desechables, una actitud común de esta época, con la que se presenta una dinámica mas profunda y dolorosa para la misma persona el “utilitarismo”, es decir que las relaciones y las personas son, mientras me sean útiles, cuando me causen conflicto las cambio y fin del problema.

Todos los sacramentos tienen elementos que los fundamentan y los hacen ser lo que son, por irónico que suene, pero así como una persona no puede ser bautizada con leche, los demás sacramentos tienen elementos que los fundamentan.

En el caso del sacramento de matrimonio, se realiza en una elección, siendo un acto libre, por lo que al contraer el compromiso matrimonial, se presupone que hay conocimiento y conciencia plena de lo que esto implica.

Es lo que el apóstol Pablo da a entender diciendo: "Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla" (Ef. 5,25-26), y añadiendo en seguida: “«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne». Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia (Ep 5,31-32)”. (Catecismo de la Iglesia Católica 1616)

Para que se realice el sacramento del matrimonio deben ser libres, actuar con responsabilidad y con pleno conocimiento de lo que se esta haciendo, si hay dudas, temores, amenazas o cualquier otro sentimiento en contra, lo mejor es que no se realice la unión: “Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bautizados, libres para contraer el matrimonio y que expresan libremente su consentimiento. "Ser libre" quiere decir: - no obrar por coacción; - no estar impedido por una ley natural o eclesiástica”. (Catecismo de la Iglesia Católica 1625)

Si no hay estos elementos de conocimiento y conciencia de lo que implica, puede darse la anulación sacramental, no divorcio, hay que comprender que  una anulación es que la Iglesia reconoce que lo que dijeron o hicieron no estaban capacitados para decir, sea por que mintieron o alguna otra razón no les permitió actuar libremente,  hay varias causas que hacen posible una anulación.

Este proceso es mediante una investigación ante la autoridad eclesiástica y se emitirá una sentencia, misma que no siempre es agradable para los implicados en la anulación. Como el Código de Derecho Canónico lo explica en el canon 1673.

Por lo que no podemos devaluarlo, minimizándolo a solo un contrato, o como algunos gobiernos lo han querido presentar como algo temporal.

Si analizamos el vinculo matrimonial desde un aspecto positivo, nos referimos a la donación mutua, al compromiso de la única persona que puedo y debo ejercer una elección, haciendo uso de todas mis capacidades, afectivas, intelectuales, espirituales, pero si caigo en el sentido negativo o limitado de solo buscar mi beneficio, posiblemente este perdiendo de vista mas del 50% de lo que el matrimonio significa, ya que solo me estoy viendo a mi, y estoy olvidando al otro u otra.

Hace poco, cuando recién había sido electo el Papa Francisco, me preguntaban en una entrevista para un canal de televisión, si consideraba que el nuevo Papa tocaría este tema, a lo que respondí que la Iglesia como en muchos otros temas, ya había respondido, solo teníamos que investigar un poco más del tema.

Debemos tener claridad en algunas cosas:
1)      el sacramento, ninguno, son juguete o desechables.
2)      El matrimonio es fruto del amor y compromiso mutuo.
3)      La única persona que puedo escoger en mi vida es al esposo o esposa.
4)      El matrimonio tiene algunas razones, sino las conoces, no inventes, no es para diversión o esparcimiento.
5)      Pensar que el matrimonio es una salida de la casa paterna, puede ser una de las peores razones para casarse.
6)      Pensar en casarse, con la idea de separarse, es cometer fraude con uno mismo y con la persona con quien quiero compartir mi vida.
7)      El más perjudicado en una mala decisión somos: “yo y mi compañera”, y en muchos casos los hijos fruto de esta relación.

La Iglesia tiene una gran cantidad de documentos, y particularmente Juan Pablo II escribió mucho sobre el tema, desde una serie de 129 catequesis en sus audiencias de los miércoles llamadas “Teología del cuerpo”, muchas cartas encíclicas sobre la dignidad de la persona, el valor de la mujer en el mundo actual y ante si misma, y en ninguno de los casos se pretende que seamos un objeto de los demás, ni convertir al otro en un objeto de placer o diversión.

Después de estos puntos que nos acercan a la compresión del matrimonio, podemos ver que la Iglesia como Madre y Maestra, responde a sus hijos y reconociendo la fragilidad humana, ha hablado sobre estos casos de algunas personas que se han casado, se han separado y quieren volver a casarse.

La Iglesia reconoce ciertos casos llamados “uniones de hecho”, que de acuerdo a ciertas circunstancias puede darse una realidad de vida conyugal y no pueden casarse, por muchas razones.

Por “uniones de hecho” debe entenderse aquellas uniones de personas que no pueden o no quieren legalizar su situación por las circunstancias que sean. Pero no son uniones transitorias entre un hombre y una mujer, sino que deben tratarse de uniones en donde sus componentes viven como si se tratase de un matrimonio, en donde exista por parte de ambos la intención de vivir como tal y de asumir los compromisos propios de los esposos.

No debe olvidarse que las formalidades necesarias para contraer matrimonio aparecen en el año 1563 con el Concilio de Trento. Si se dio ese mandato de la forma jurídica necesaria para contraer matrimonio en el Derecho Canónico - ante el párroco y dos o tres testigos - fue precisamente para acabar con las situaciones de bigamia y poligamia de la época, con los matrimonios clandestinos - en donde el consentimiento no era prestado ante la Iglesia - y establecer una cierta seguridad jurídica, dado que en aquella época sólo los hijos legítimos tenían derechos sucesorios. De este modo, cuando el Derecho civil comienza a legislar sobre el matrimonio los distintos Estados empiezan a imponer también determinadas formas jurídicas de celebración del matrimonio tomadas directamente del Derecho Canónico, sustituyendo lógicamente la figura del párroco por la del funcionario competente en la sociedad.

Este tema es del orden moral, por lo que debe hablarse con un director espiritual o confesor, al tener que exponerse ciertos elementos de la vida intima y las razones de por que no pueden recibir el sacramento.

El confesor determinará si se dan los elementos para poder entrar en la figura de “uniones de hecho” y que pasos deben seguir, que deben hacer en este caso.

Por lo que implica este tema, debe ser tomando con suma seriedad y respeto, no solo por referir a un sacramento, sino por que estamos vinculándonos con otra persona, a la que podemos causar una gran alegría o un dolor muy fuerte, sin contar con el daño a los hijos, que son las victimas del juego de papá y mamá.

Pero no queramos que la Iglesia ni los sacramentos se convierta en juguetes, si otros sectores de la sociedad los hemos desvirtuado, no lo hagamos con nosotros mismos y con quien en algún momento pensamos para compartir nuestras vidas.

Si no quieres comprometerte, nadie puede obligarte a que lo hagas, pero no caigas en el utilitarismo, usando a los demás y devaluando el sacramento del matrimonio.

Si tienes dudas o sientes estar en un caso similar, acércate a un sacerdote, pregunta, consulta, investiga, pero no deformes tu vida ni la de tu ser amado, y  la consecuencia lógica de vivir el amor es el compromiso, si lo evitas, seguro es que algo no esta bien en esa relación.

Ten presente que la familia es el centro de la sociedad, es Iglesia domestica y en ella es donde se cultivan los valores humanos, cristianos y sociales, de donde nos alimentamos y fortalecemos.

Si seguimos devaluando a la familia, tendremos que asumir las consecuencias, que para muchos sectores de la sociedad son visibles y dolorosas.

Recuerda “la salvación de la persona y de la comunidad humana y cristiana está estrechamente ligada a la condición de la comunidad conyugal” (Gaudium et Spes, 47).

Documentos a consultar:
- FAMILIA, MATRIMONIO Y "UNIONES DE HECHO",  Pontificio consejo para la Familia, Vaticano 2000
- FAMILIARIS CONSORTIO, Juan Pablo II, Vaticano 1981
- MULIERIS DIGNITATEM, Juan Pablo II, Vaticano 1988
- TEOLOGÍA DEL CUERPO, Juan Pablo II, 129 catequesis de septiembre de 1979 a 1984
- EVANGELIUM VITAE, Juan Pablo II, Vaticano 25 de marzo de 1995
- HUMANAE VITAE, PABLO VI, Vaticano 1968


Carlos Escorza Ortiz

Teólogo 

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