Divorciados y vueltos a casar
Es lamentable
ver como muchos toman por juego a los sacramentos, queriendo hacerlos
desechables, una actitud común de esta época, con la que se presenta una
dinámica mas profunda y dolorosa para la misma persona el “utilitarismo”, es
decir que las relaciones y las personas son, mientras me sean útiles, cuando me
causen conflicto las cambio y fin del problema.
Todos los
sacramentos tienen elementos que los fundamentan y los hacen ser lo que son,
por irónico que suene, pero así como una persona no puede ser bautizada con
leche, los demás sacramentos tienen elementos que los fundamentan.
En el caso del
sacramento de matrimonio, se realiza en una elección, siendo un acto libre, por
lo que al contraer el compromiso matrimonial, se presupone que hay conocimiento
y conciencia plena de lo que esto implica.
Es lo que el
apóstol Pablo da a entender diciendo: "Maridos, amad a vuestras mujeres
como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla" (Ef. 5,25-26), y añadiendo en seguida: “«Por eso dejará el hombre a su padre y a su
madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne». Gran
misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia (Ep 5,31-32)”.
(Catecismo de la Iglesia Católica 1616)
Para que se
realice el sacramento del matrimonio deben ser libres, actuar con
responsabilidad y con pleno conocimiento de lo que se esta haciendo, si hay
dudas, temores, amenazas o cualquier otro sentimiento en contra, lo mejor es
que no se realice la unión: “Los protagonistas de la alianza matrimonial son un
hombre y una mujer bautizados, libres para contraer el matrimonio y que
expresan libremente su consentimiento. "Ser libre" quiere decir: - no
obrar por coacción; - no estar impedido por una ley natural o eclesiástica”. (Catecismo
de la Iglesia Católica 1625)
Si no hay estos
elementos de conocimiento y conciencia de lo que implica, puede darse la
anulación sacramental, no divorcio, hay que comprender que una anulación es que la Iglesia reconoce que lo
que dijeron o hicieron no estaban capacitados para decir, sea por que mintieron
o alguna otra razón no les permitió actuar libremente, hay varias causas que hacen posible una
anulación.
Este proceso es
mediante una investigación ante la autoridad eclesiástica y se emitirá una
sentencia, misma que no siempre es agradable para los implicados en la
anulación. Como el Código de Derecho Canónico lo explica en el canon 1673.
Por lo que no
podemos devaluarlo, minimizándolo a solo un contrato, o como algunos gobiernos
lo han querido presentar como algo temporal.
Si analizamos el
vinculo matrimonial desde un aspecto positivo, nos referimos a la donación
mutua, al compromiso de la única persona que puedo y debo ejercer una elección,
haciendo uso de todas mis capacidades, afectivas, intelectuales, espirituales,
pero si caigo en el sentido negativo o limitado de solo buscar mi beneficio,
posiblemente este perdiendo de vista mas del 50% de lo que el matrimonio
significa, ya que solo me estoy viendo a mi, y estoy olvidando al otro u otra.
Hace poco,
cuando recién había sido electo el Papa Francisco, me preguntaban en una
entrevista para un canal de televisión, si consideraba que el nuevo Papa
tocaría este tema, a lo que respondí que la Iglesia como en muchos otros temas,
ya había respondido, solo teníamos que investigar un poco más del tema.
Debemos tener
claridad en algunas cosas:
1)
el sacramento, ninguno, son
juguete o desechables.
2)
El matrimonio es fruto del amor
y compromiso mutuo.
3)
La única persona que puedo
escoger en mi vida es al esposo o esposa.
4)
El matrimonio tiene algunas
razones, sino las conoces, no inventes, no es para diversión o esparcimiento.
5)
Pensar que el matrimonio es una
salida de la casa paterna, puede ser una de las peores razones para casarse.
6)
Pensar en casarse, con la idea
de separarse, es cometer fraude con uno mismo y con la persona con quien quiero
compartir mi vida.
7)
El más perjudicado en una mala
decisión somos: “yo y mi compañera”, y en muchos casos los hijos fruto de esta
relación.
La Iglesia tiene
una gran cantidad de documentos, y particularmente Juan Pablo II escribió mucho
sobre el tema, desde una serie de 129 catequesis en sus audiencias de los
miércoles llamadas “Teología del cuerpo”, muchas cartas encíclicas sobre la
dignidad de la persona, el valor de la mujer en el mundo actual y ante si
misma, y en ninguno de los casos se pretende que seamos un objeto de los demás,
ni convertir al otro en un objeto de placer o diversión.
Después de estos
puntos que nos acercan a la compresión del matrimonio, podemos ver que la
Iglesia como Madre y Maestra, responde a sus hijos y reconociendo la fragilidad
humana, ha hablado sobre estos casos de algunas personas que se han casado, se
han separado y quieren volver a casarse.
La Iglesia
reconoce ciertos casos llamados “uniones de hecho”, que de acuerdo a ciertas
circunstancias puede darse una realidad de vida conyugal y no pueden casarse,
por muchas razones.
Por “uniones de
hecho” debe entenderse aquellas uniones de personas que no pueden o no quieren
legalizar su situación por las circunstancias que sean. Pero no son uniones
transitorias entre un hombre y una mujer, sino que deben tratarse de uniones en
donde sus componentes viven como si se tratase de un matrimonio, en donde
exista por parte de ambos la intención de vivir como tal y de asumir los
compromisos propios de los esposos.
No debe
olvidarse que las formalidades necesarias para contraer matrimonio aparecen en
el año 1563 con el Concilio de Trento. Si se dio ese mandato de la forma
jurídica necesaria para contraer matrimonio en el Derecho Canónico - ante el
párroco y dos o tres testigos - fue precisamente para acabar con las
situaciones de bigamia y poligamia de la época, con los matrimonios
clandestinos - en donde el consentimiento no era prestado ante la Iglesia - y
establecer una cierta seguridad jurídica, dado que en aquella época sólo los
hijos legítimos tenían derechos sucesorios. De este modo, cuando el Derecho
civil comienza a legislar sobre el matrimonio los distintos Estados empiezan a
imponer también determinadas formas jurídicas de celebración del matrimonio
tomadas directamente del Derecho Canónico, sustituyendo lógicamente la figura
del párroco por la del funcionario competente en la sociedad.
Este tema es del
orden moral, por lo que debe hablarse con un director espiritual o confesor, al
tener que exponerse ciertos elementos de la vida intima y las razones de por
que no pueden recibir el sacramento.
El confesor
determinará si se dan los elementos para poder entrar en la figura de “uniones
de hecho” y que pasos deben seguir,
que deben hacer en este caso.
Por lo que
implica este tema, debe ser tomando con suma seriedad y respeto, no solo por
referir a un sacramento, sino por que estamos vinculándonos con otra persona, a
la que podemos causar una gran alegría o un dolor muy fuerte, sin contar con el
daño a los hijos, que son las victimas del juego de papá y mamá.
Pero no queramos
que la Iglesia ni los sacramentos se convierta en juguetes, si otros sectores
de la sociedad los hemos desvirtuado, no lo hagamos con nosotros mismos y con
quien en algún momento pensamos para compartir nuestras vidas.
Si no quieres
comprometerte, nadie puede obligarte a que lo hagas, pero no caigas en el
utilitarismo, usando a los demás y devaluando el sacramento del matrimonio.
Si tienes dudas
o sientes estar en un caso similar, acércate a un sacerdote, pregunta,
consulta, investiga, pero no deformes tu vida ni la de tu ser amado, y la consecuencia lógica de vivir el amor es el
compromiso, si lo evitas, seguro es que algo no esta bien en esa relación.
Ten presente que
la familia es el centro de la sociedad, es Iglesia domestica y en ella es donde
se cultivan los valores humanos, cristianos y sociales, de donde nos
alimentamos y fortalecemos.
Si seguimos
devaluando a la familia, tendremos que asumir las consecuencias, que para
muchos sectores de la sociedad son visibles y dolorosas.
Recuerda “la
salvación de la persona y de la comunidad humana y cristiana está estrechamente
ligada a la condición de la comunidad conyugal” (Gaudium et Spes, 47).
Documentos a consultar:
- FAMILIARIS CONSORTIO, Juan Pablo II,
Vaticano 1981
- MULIERIS DIGNITATEM, Juan Pablo II, Vaticano
1988
- TEOLOGÍA DEL CUERPO, Juan Pablo II,
129 catequesis de septiembre de 1979 a 1984
- EVANGELIUM VITAE, Juan Pablo II, Vaticano 25
de marzo de 1995
- HUMANAE VITAE, PABLO VI, Vaticano 1968
Carlos Escorza
Ortiz
Teólogo
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