martes, 11 de febrero de 2014

La Barca-Iglesia sigue a un año de la renunicia de Benedicto XVI

Benedicto XVI, un año de su renuncia

A un año de la renuncia del Papa Benedicto podemos recapitular una gran cantidad de acontecimientos:

En mucho tiempo no se había dado la renuncia de un sumo pontífice, los motivos fueron cuestionados por todos, con  razón o sin ella, fue algo que sacudía a toda la Iglesia y muchos otros sectores de la sociedad.

La elección del Papa Francisco, ha generado una serie de incógnitas que desde los primeros minutos de saber quien es, han dado una apertura renovada y vital en el camino de la Iglesia.

Las reacciones se han mostrado en todo sentido, pero ¿Qué debemos de comprender de todo este proceso?

Hace unas semanas un estimado alumno me preguntó ¿Por qué la Iglesia no es democrática? La respuesta es sencilla, la asistencia del Espíritu Santo,  nos da la certeza de que caminamos con dirección.

El Evangelio responde con claridad con un pasaje que puede sonar mágico pero que en realidad muestra la relación intima que tiene Dios con su Iglesia y que no debemos olvidar, Benedicto XVI lo tenía y tiene presente, y ahora a un año debemos tener la certeza de esto.

San Mateo presenta un pasaje que si lo leemos en una manera superficial puede sonar fantástico, pero que en realidad tiene un trasfondo profundo bajo un código determinado por los destinatarios de su Evangelio.

“Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente.  Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo,  mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo:
-¡Es un fantasma!
Pero Jesús les habló, diciéndoles:
-¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!
Entonces Pedro le respondió:
-Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua.
-Ven -dijo Jesús.
Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: ¡Sálvame, Señor!
 Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: -¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?
 En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento.  Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron:
-¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!”  (Mt. 14, 22-33)
Siguiendo la secuencia de este pasaje se muestran varios movimientos que debemos de tener presentes.

Dice: “Después de esto Jesús hizo subir a sus discípulos de la barca
Una clara referencia de barca sinónimo de la Iglesia.

Dice: “y que cruzaran el lago antes que él
En el sentido bíblico podemos comprender al lago o mar como signo de muerte, de ahí que cuando se vive el sacramento del bautismo tenemos que morir (ser sumergidos) para renacer (salir del agua).

En este primer versículo encontramos dos elementos particulares “Después de esto” y “cruzar antes de él”, podemos pensar que el Evangelista se refería a la muerte y resurrección, más adelante retomaremos este punto.

Dice: “Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas”.
Jesús se despide y sube, posible referencia a la resurrección al decir que subió solo.

Dice: “Al llegar la noche, estaba allí él solo,  mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme.”
La imagen de la noche hace referencia a lo contrario a la luz del día, posible imagen referencial a estar asechado por el mal. Pero sigue este versículo: la barca- Iglesia sigue avanzando lejos de tierra firme= seguridad.

Dice: “Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra”
Olas y viento en contra, elementos que amenazan la barca y que puede llegar a hundirla, posiblemente hará referencia a los primeros conflictos y situaciones complicadas de la Iglesia, frente al judaísmo y a Roma.

 Dice: “Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: -¡Es un fantasma!  Pero Jesús les habló, diciéndoles:
-¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!”
Jesús ha resucitado, pero como al final del Evangelio no lo reconocen, tienen miedo, pero él sale a su encuentro y los tranquiliza. Pero dice “soy yo” una referencia clara al nombre de Dios “soy el que soy” traducción del nombre de Dios YHWH en el libro del Éxodo.

Dice: “Entonces Pedro le respondió: -Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua.
-Ven -dijo Jesús.”
Pedro, cabeza de la Iglesia lo cuestiona y le pide ser llamado sobre las aguas- muerte. Jesús lo llama.

Dice: “Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó: ¡Sálvame, Señor!
Pedro baja, camina pero se hunde, siente miedo y pide ayuda.

Dice: “Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: -¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?
 En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento.
Jesús toma la mano de Pedro que es la cabeza de la Iglesia y lo reprende, pero cuando suben todo se calma.

Dice: “Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron:
-¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!
Los apóstoles vuelven a experimentar la presencia de Dios y en automático responden a su presencia con el reconocimiento de que es el salvador, el hijo de Dios.

Este pasaje nos dice que Jesús es quien tiene el control, que no deja a su Iglesia, que por más que pueda parecer y nos sintamos abandonados, en peligro, él tiene el control.

Pedro duda, desde su humanidad, pero Dios responde y confronta, da certeza y tranquilidad, aleja las turbulencias.

Benedicto XVI tiene esta certeza, y todos nosotros debemos tenerla, Dios hace su parte, solo te pide confiar, tomar su mano ser guiados.

La Iglesia sigue caminando a dos mil años de este pasaje, tomados de su mano, con la asistencia del Espíritu Santo y con la autoridad del Padre en ella, con la presencia real de Jesús en los sacramentos, Dios es un Padre amoroso que nos alienta a vivir la fe, la unidad y el mismo rumbo.

Benedicto XVI renunció porque sabe que no es suya la barca, y debemos tener la certeza de que no lo hizo por un bien personal, sino por fortalecer la credibilidad y unidad en la Iglesia, siempre asistida por Dios.

¡Dios bendiga e ilumine a todos los sucesores de los Apóstoles!

Carlos Escorza Ortiz
Teólogo








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