Benedicto
XVI, un año de su renuncia
A un año de la renuncia del Papa
Benedicto podemos recapitular una gran cantidad de acontecimientos:
En mucho tiempo no se había dado
la renuncia de un sumo pontífice, los motivos fueron cuestionados por todos,
con razón o sin ella, fue algo que sacudía
a toda la Iglesia y muchos otros sectores de la sociedad.
La elección del Papa Francisco,
ha generado una serie de incógnitas que desde los primeros minutos de saber
quien es, han dado una apertura renovada y vital en el camino de la Iglesia.
Las reacciones se han mostrado
en todo sentido, pero ¿Qué debemos de comprender de todo este proceso?
Hace unas semanas un estimado
alumno me preguntó ¿Por qué la Iglesia no es democrática? La respuesta es
sencilla, la asistencia del Espíritu Santo,
nos da la certeza de que caminamos con dirección.
El Evangelio responde con
claridad con un pasaje que puede sonar mágico pero que en realidad muestra la relación
intima que tiene Dios con su Iglesia y que no debemos olvidar, Benedicto XVI lo
tenía y tiene presente, y ahora a un año debemos tener la certeza de esto.
San Mateo presenta un pasaje que
si lo leemos en una manera superficial puede sonar fantástico, pero que en
realidad tiene un trasfondo profundo bajo un código determinado por los
destinatarios de su Evangelio.
“Después
de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran
el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un
cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de
tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra. A
la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los
discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de
miedo:
-¡Es un
fantasma!
Pero
Jesús les habló, diciéndoles:
-¡Calma!
¡Soy yo: no tengan miedo!
Entonces
Pedro le respondió:
-Señor,
si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua.
-Ven -dijo
Jesús.
Pedro
entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a
Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a
hundirse, gritó: ¡Sálvame, Señor!
Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le
dijo: -¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?
En cuanto subieron a la barca, se calmó el
viento. Entonces los que estaban en la
barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron:
-¡En
verdad tú eres el Hijo de Dios!” (Mt. 14, 22-33)
Siguiendo la secuencia de este
pasaje se muestran varios movimientos que debemos de tener presentes.
Dice: “Después de esto Jesús hizo subir a sus discípulos de la barca”
Una clara referencia de barca sinónimo
de la Iglesia.
Dice: “y que cruzaran el lago antes que él”
En el sentido bíblico podemos
comprender al lago o mar como signo de muerte, de ahí que cuando se vive el
sacramento del bautismo tenemos que morir (ser sumergidos) para renacer (salir
del agua).
En este primer versículo
encontramos dos elementos particulares “Después
de esto” y “cruzar antes de él”,
podemos pensar que el Evangelista se refería a la muerte y resurrección, más
adelante retomaremos este punto.
Dice: “Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas”.
Jesús se despide y sube, posible
referencia a la resurrección al decir que subió solo.
Dice: “Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de
tierra firme.”
La imagen de la noche hace
referencia a lo contrario a la luz del día, posible imagen referencial a estar asechado
por el mal. Pero sigue este versículo: la barca- Iglesia sigue avanzando lejos
de tierra firme= seguridad.
Dice: “Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra”
Olas y viento en contra,
elementos que amenazan la barca y que puede llegar a hundirla, posiblemente hará
referencia a los primeros conflictos y situaciones complicadas de la Iglesia,
frente al judaísmo y a Roma.
Dice: “Jesús
fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron andar
sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo: -¡Es un fantasma! Pero Jesús les habló, diciéndoles:
-¡Calma!
¡Soy yo: no tengan miedo!”
Jesús ha resucitado, pero como
al final del Evangelio no lo reconocen, tienen miedo, pero él sale a su
encuentro y los tranquiliza. Pero dice “soy yo” una referencia clara al nombre
de Dios “soy el que soy” traducción del nombre de Dios YHWH en el libro del Éxodo.
Dice: “Entonces Pedro le respondió: -Señor, si eres tú, ordena que yo vaya
hasta ti sobre el agua.
-Ven -dijo
Jesús.”
Pedro, cabeza de la Iglesia lo
cuestiona y le pide ser llamado sobre las aguas- muerte. Jesús lo llama.
Dice: “Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en
dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como
comenzaba a hundirse, gritó: ¡Sálvame, Señor!”
Pedro baja, camina pero se hunde,
siente miedo y pide ayuda.
Dice: “Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: -¡Qué poca fe tienes!
¿Por qué dudaste?
En cuanto subieron a la barca, se calmó el
viento.”
Jesús toma la mano de Pedro que
es la cabeza de la Iglesia y lo reprende, pero cuando suben todo se calma.
Dice: “Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de
Jesús, y le dijeron:
-¡En
verdad tú eres el Hijo de Dios!”
Los apóstoles vuelven a
experimentar la presencia de Dios y en automático responden a su presencia con
el reconocimiento de que es el salvador, el hijo de Dios.
Este pasaje nos dice que Jesús es
quien tiene el control, que no deja a su Iglesia, que por más que pueda parecer
y nos sintamos abandonados, en peligro, él tiene el control.
Pedro duda, desde su humanidad,
pero Dios responde y confronta, da certeza y tranquilidad, aleja las
turbulencias.
Benedicto XVI tiene esta
certeza, y todos nosotros debemos tenerla, Dios hace su parte, solo te pide
confiar, tomar su mano ser guiados.
La Iglesia sigue caminando a dos
mil años de este pasaje, tomados de su mano, con la asistencia del Espíritu Santo
y con la autoridad del Padre en ella, con la presencia real de Jesús en los
sacramentos, Dios es un Padre amoroso que nos alienta a vivir la fe, la unidad
y el mismo rumbo.
Benedicto XVI renunció porque
sabe que no es suya la barca, y debemos tener la certeza de que no lo hizo por
un bien personal, sino por fortalecer la credibilidad y unidad en la Iglesia,
siempre asistida por Dios.
¡Dios bendiga e ilumine a todos
los sucesores de los Apóstoles!
Carlos Escorza Ortiz
Teólogo
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