La fe, el propósito de año nuevo
Inicia un año
nuevo, con él vienen retos, promesas, planes, propósitos por realizar, pensamos
en cuidar la salud, bajar de peso, comprar o cambiar el automóvil, casa,
cambiar de trabajo, para vernos mejor, ganar más, estar más cómodos, todo por
sentirnos mejor.
Y es valido cada
uno de estos esfuerzos realizarlos por nuestra salud y bienestar, pero de lo
que poco nos ocupamos es de nuestra fe, la fe que hemos recibido de nuestras
familias, la fe que nos alimenta el alma y el espíritu, y que de la misma
manera debemos alimentar, nutrir, fortalecer y cuidar.
Las razones de
por que queremos un cambio pueden ir por muchos lados, pero todas llegan al
mismo punto, bienestar, en el caso de la fe, también debemos pensar en lo mismo.
Hay casos desde
situaciones simples o complicadas, incluso cosas que congestionan nuestra fe, y
que lejos de ayudarnos a nutrir y fortalecer, nos debilitan y complican más.
Un propósito de
año nuevo puede ser precisamente el fortalecer nuestra fe, quitar los malos
hábitos o ideas distorsionadas sobre nuestra fe. Estas distorsiones la Iglesia
las llama “sincretismo” que es el
resultado de querer unir dos ideologías contrarias y pretender una nueva que
solo genera una sensación de placebo.
Juntar filosofías
orientales, que en ellas mismas son contrarias, es un fenómeno muy común en
occidente, además de que algunos pretendan conservar una fe católica, será una
clara señal de que está muy débil, que además va de la superstición a la
incredulidad dañando las bases fundamentales de la fe.
Ejemplo de esto encontramos al Reiki, Feng shui, y el
yin yang.
El Reiki
es una práctica pseudocientífica que
considerada como medicina complementaria y alternativa, es decir, no
científica, que afirma tratar de lograr la sanación o equilibrio del paciente a
través de la imposición de las manos del practicante, canalizando cierta
supuesta "energía vital universal". Las pruebas clínicas realizadas
no han encontrado ningún efecto positivo más allá del placebo[1].
El Yin yang
explica que el mundo es dual, solo tiene dos lados, negro y blanco, arriba y
abajo, bueno y malo[2].
Desde la fe católica el mundo es más que
blanco y negro, tenemos una diversidad de colores, tenemos una riqueza de
posibilidades, creer que solo podemos ser buenos o malos, se empata con una
herejía de la predestinación, que
pretende decir “ya estas salvado, no necesitas nada” o “ya eres malo,
nada de lo que hagas puede ayudarte” eres blanco o negro. El Jansenismo (herejía
condenada por la Iglesia en el siglo XVII).
El Feng shui
es una forma de geomancia o adivinación por la tierra, desarrollada en China. Originalmente era una
forma de conocimiento que estudiaba los cambios que ocurren en la naturaleza,
el clima y los astros. Los orígenes del Feng shui varían según las fuentes. Por
un lado toma la simbología del I ching (o libro de los cambios). Por otro,
incorpora los cinco elementos (Wu xing). A partir de la instauración de la
república, el Feng shui (junto con otras prácticas tradicionales de la cultura
china) fue prácticamente prohibido[3].
Lo mismo que estas filosofías de origen oriental,
tienen direcciones diferentes, hay ideas que condicionan la vivencia de la fe,
como son los falsos profetas, la idea extraña de querer saber el futuro, cuando
en realidad el profeta es quien anuncia lo que es de Dios y denuncia lo que no
lo es, por lo que cualquier idea contraria como adivinaciones, supersticiones,
las podemos poner en duda. Lo explica el Catecismo de la Iglesia en su numero
2004: “Entre las gracias especiales conviene mencionar las gracias de estado, que
acompañan el ejercicio de las responsabilidades de la vida cristiana y de los
ministerios en el seno de la Iglesia: Teniendo dones diferentes, según la
gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida
de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio, la enseñanza, enseñando;
la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con
solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad (Rm 12,6-8)”. Pero nunca como un medio para espantar o
generar división.
La revelación máxima la encontramos en Jesucristo, el
nos revela al padre, cualquier revelación que se aparte de lo dicho por Cristo
la podemos poner en duda, mas ante el fenómeno actual de querer saber sobre el fin del mundo y las
circunstancias que se viven en el mundo, que no son nuevas, pero para muchos
son signo de escándalo, bien lo dice san Lucas en el Evangelio “Es imposible que no haya escándalos; pero,
¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra
de molino y le arrojen al mar, que escandalizar…” (Cfr. LC 17, 1-ss).
Las supersticiones, adivinación, horóscopos, amuletos,
tarot y demás formas de querer conocer el futuro, condicionan la fe, la amarran
a un ancla que entorpece el crecimiento, jugando con la sugestión o generando
placebos que lejos de aportar una solución o fortalecer, hacen que se tengan
mas condicionamientos, temores, dudas y en algunos casos se llega a tener daños
permanentes en la autoestima, dignidad y
otras áreas de la vida, que afectan la salud física y emocional y por lo tanto
la fe. Dice el Catecismo 2115 “Dios puede
revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud
cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la
providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad
malsana al respecto. Sin embargo, la imprevisión puede constituir una falta de
responsabilidad”.
Continúa diciendo en los números siguientes:
2116 Todas las formas de adivinación deben
rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y
otras prácticas que equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir.
La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de
presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a
"mediums" encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la
historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la
protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el
respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
2117 Todas las prácticas de magia o de hechicería
mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su
servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para
procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas
prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de
dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos
es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas
adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se
guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni
la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del
prójimo.
Tener como propósito fortalecer la fe, es conocerla,
incluso cuestionarla, una fe fundamentada, critica, analítica, que se prepara,
que busca tener elementos reales, y que se aparta de lo que no es real, que no
genera un compromiso.
¿Cómo saber si estoy viviendo en la realidad? Cuando
tenemos metas claras, objetivos y hay compromiso con lo que somos y hacemos,
preparándonos, fortaleciendo lo que somos y hacemos, y no esperando milagritos
o formulas mágicas que solucionen los problemas o en algunos casos hasta
caprichos que no ayudan a nuestro desarrollo y crecimiento.
Pensar que la fe es independiente de la vida diaria,
es uno de los peligros más comunes, fácilmente genera una idea deformada de
vivir y actuar en congruencia.
Hay peligros para tener una fe sana, fuerte, pero es
parte del reto de vivir, comprometidos con lo que somos y hacemos. Así como
buscamos fortalecer nuestro cuerpo, nuestra economía, también debe ser un reto
fortalecer nuestra fe, alimentarla sanamente con la palabra de Dios, si es
posible tomar algún curso, vivir los sacramentos, la oración para dar
testimonio del amor de Dios entre nosotros.
Carlos Escorza Ortiz
Teólogo
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