La
santidad, pasos para nombrar un nuevo Santo
La
palabra santo proviene de una palabra griega que es aggios (aggios) y esta divida en dos partes “a” (a) y
en “geos” (geos), que
quiere decir, lo que no es de la tierra.
Pero
en el sentido más cercano a lo que la Iglesia reconoce por santidad es a la
experiencia de conversión y a partir de esta, al compromiso que se adquiere
libremente para seguir a Dios, teniendo como camino a Cristo y estar iluminado
por el Espíritu Santo.
Podemos
reconocer tres elementos de la santidad particular, cada una valiosa para toda
la Iglesia y son:
1°
Forma-. Aquellos que tienen el reconocimiento y han recibido el título de “San,
Santa, Santo” y la iglesia los reconoce como modelos de vida, que han
respondido a Dios, haciendo a un lado sus limitaciones y a pesar de que en
algún de sus vidas, hayan estado alejados de Dios, y después de tener estar
distantes del plan de Dios, han tenido una experiencia particular de la que se
da su conversión, y no es que dejen de pecar, pero el esfuerzo por vivir
conforme a los valores Evangélicos es más fuerte que los impulsa a seguir.
El
libro que contiene esta información se llama Martirologio Romano, que es el
catálogo de los santos y beatos (no solo mártires), honrados por la Iglesia
católica. Fue escrito en el siglo XVI y ha sido revisado frecuentemente. El
nuevo Martirologio romano, que actualiza la edición del 1956, contiene 6.538,
pero el número de santos y beatos que incluidos es mayor ya que, junto a muchos
nombres se añade: “y compañeros mártires”.
Está ordenado según los días del año e incluye el lugar y fecha de la
muerte, el título (apóstol, mártir, confesor, etc.), el tipo de memoria
litúrgica, la actividad que desarrollaron y algo de su espiritualidad.
El
Catecismo de la Iglesia nos dice en el numero 93: "El Espíritu de la
verdad suscita y sostiene este sentido de la fe. Con él, el Pueblo de Dios,
bajo la dirección del Magisterio..., se adhiere indefectiblemente a la fe
transmitida a los santos de una vez para siempre, la profundiza con un juicio
recto y la aplica cada día más plenamente en la vida".
Pero
qué pasos se deben seguir para que se nombre a una persona “Santo o Santa”:
A
este proceso se le llama Causa, inscribiéndolo y podemos encontrar Mártires,
Doctores de la Iglesia, Padres de la Iglesia, o simplemente santos, por que
tomaron una forma de vida que dando testimonio aportan una riqueza que
actualizan la vida de la Iglesia.
1°.-
Para iniciar una causa es preciso que hayan pasado al menos cinco años desde la
muerte. Esto facilita para que haya equilibro y objetividad en el estudio del
caso, y no se den algunas emociones de momento. Solo el Papa puede dispensar de
este primer requisito, si se dan razones especiales.
2°-.
Ser declarada la fama de santidad entre el pueblo de Dios la convicción (“fama
sanctitatis”) y sobre la actividad de la intercesión del candidato ante el
Señor (“fama signorum”).
3°-.
Se comienza el proceso cuando el proceder del obispo de la diócesis donde ha
muerto el candidato, la persona sobre la que se pide la beatificación (primer
paso). El grupo promotor de la causa (“actor causae”), que puede ser una
diócesis, una parroquia, una congregación religiosa, una asociación, pide al
obispo, a través del postulador, la apertura de la instrucción (investigación).
4°-. Una vez presentada la causa, el obispo,
obtenido el “nulla obsta” (Nada obsta- nada impide) de la Santa Sede,
constituye un tribunal diocesano especial.
5°-.
.- El tribunal diocesano, formado al menos, por un juez, un promotor de
justicia y un notario-actuario, han de entrevistar a los testigos presentados
por la postulación o por el mismo tribunal para que testifiquen sobre hechos o experiencias
personales sobre cómo vivió su fe y practicó las virtudes cristianas el
candidato a la beatificación. Cómo vivió
el candidato las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y las
cuatro virtudes cardinales (prudencia, justicia, templanza y fortaleza), así
como las específicas del propio estado de vida del candidato. El tribunal ha de
reunir todos los documentos que conciernan al candidato. Una vez completada
esta fase, al candidato le corresponde el tratamiento de siervo de Dios.
6°-.
Al concluir la instrucción diocesana, las actas y los documentos pasan a la
Congregación para las Causas de los Santos, donde se elabora la copia pública
que sirve para el trabajo siguiente. El postulador, en Roma, sigue al relator
de la Congregación la elaboración de la “positio”, que es un resumen de los
documentos que prueban el ejercicio heroico de las virtudes por parte del
futuro Siervo de Dios.
7.-
Presentada la “positio”, se realiza un examen teológico con nueve teólogos que
emiten su voto. Si el parecer de la mayoría de los teólogos es favorable, la
causa pasa al examen de los señores cardenales y de los obispos miembros de la
Congregación, que se reúnen dos veces al mes. Si el efecto es favorable, el
prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y el proceso pasa al
Papa para que proceda, si corresponde, a su aprobación y autorice a la
Congregación a redactar el decreto correspondiente de reconocimiento de
virtudes heroicas. A ello sigue la lectura pública y la promulgación del
decreto. Desde ese momento el candidato pasa a denominarse venerable siervo de
Dios.
8.-
El siguiente paso es la aceptación y reconocimiento de un milagro atribuido a
la intercesión del candidato. Este milagro ha de haberse producido después de
su muerte. Se trata de una curación duradera y científicamente inexplicable
después de que el enfermo en su persona y/o a través de las oraciones de otras
personas se haya encomendado al candidato a la beatificación. El milagro
requerido es estudiado por una comisión de teólogos, una comisión médico-legal
y finalmente por el consejo de cardenales y obispos miembros de la Congregación
para las Causas de los Santos. Con estos vistos buenos, se procede a que el
Papa apruebe el milagro y se emane el correspondiente decreto de reconocimiento
de milagro.
9.-
Promulgados los dos decretos –el de virtudes heroicas y el del milagro-, el
Papa decide la beatificación, que es la concesión del culto público limitado a
un ámbito particular de la Iglesia. Con la beatificación, al candidato le
corresponde el título de beato.
10.-
Para la canonización hace falta un segundo milagro atribuido a la intercesión
del beato y ocurrido después de su beatificación. Las condiciones y procesos
para la verificación del milagro son las mismas que las seguidas para la
beatificación. Mediante la canonización se concede el culto público en toda la
Iglesia universal. Compromete la infalibilidad pontificia. Con la canonización
corresponde el título de santo.
2°
Forma-. Cuando una persona muere en gracia de Dios, por vivir
los sacramentos, comulgar, confesarse o antes de su muerte recibió la extremaunción,
también por la fe sabemos que goza de la presencia de Dios, el sacramento de la
unción busca la salud fisica y espiritual, pero sino se alcanza la cuestión física
se garantiza la espiritual.
Explica el C.E.C. en #1514 y 1515 “La
Unción de los enfermos "no es un sacramento sólo para aquellos que están a
punto de morir. Por eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el
fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez".
Si un
enfermo que recibió la unción recupera la salud, puede, en caso de nueva
enfermedad grave, recibir de nuevo este sacramento. En el curso de la misma
enfermedad, el sacramento puede ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es
apropiado recibir la Unción de los enfermos antes de una operación importante.
Y esto mismo puede aplicarse a las personas de edad avanzada cuyas fuerzas se
debilitan.”
"¿Está enfermo alguno entre
vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan
con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el
Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados"
(Santiago 5,14-15).
La gracia
especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos: - la
unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia;
- el consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos
de la enfermedad o de la vejez; - el perdón de los pecados si el enfermo no ha
podido obtenerlo por el sacramento de la Penitencia; - el restablecimiento de
la salud corporal, si conviene a la salud espiritual; - la preparación para el
paso a la vida eterna. (C.E.C. 1532).
3° Forma-. Quien vive la vida
sacramental y conserva el estado de Gracia, vive por ese tiempo la santidad,
viviendo las virtudes teologales y cardinales, unido a los sacramentos, vive en
santidad, aunque solo sea por un corto tiempo, el reto del cristiano es vivir
la mayor cantidad de tiempo en estado de Gracia.
La
comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la
comunión da como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús. En efecto,
el Señor dice: "Quien come mi Carne y
bebe mi Sangre habita en mí y yo en él" (Jn 6,56). La vida en Cristo encuentra su fundamento en el
banquete eucarístico: "Lo mismo que me ha enviado el Padre, que
vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí» (Jn 6,57):
Cuando en las fiestas del Señor los
fieles reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman unos a otros la Buena Nueva de que
se dan las arras de la vida, como cuando el ángel dijo a María de Magdala:
"¡Cristo ha resucitado!" He aquí que ahora también la vida y la
resurrección son comunicadas a quien recibe a Cristo. (C.E.C. 1391)
CEO Teólogo
hay me encanto bery god emtion
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